viernes, 18 de enero de 2008

Lingüística cognitiva: ¿un nvo. paradigma?


Un espacio abierto a la discusión académica y el debate científico en el campo de la lingüística general y, específicamente, en torno a las temáticas que atañen al cognitivismo lingüístico.
Javier A. Arnao Pastor
E.A.P. de Lingüística
UNMSM
Nacimiento de la lingüística cognitiva

Nace en California en 1987 con Lakoff y Langacker, quienes fueron los máximos representantes de la denominada corriente semántica de la gramática generativa. Realmente desde la década de los 70 e inicios de los 80 se habían realizado trabajos con este enfoque, pero podríamos hablar de su fundación en términos concretos a raíz de la publicación de dos libros fundamentales: Women, Fire and Dangerous Things, el cual introduce conceptos como experiencialismo, teoría de los prototipos y nivel básico, modelos cognitivos idealizados y categorías radiales. Por otro lado, Langacker publica Grammar: Theoretical Prerrequisites donde establece los principios para la concepción de una teoría cognitiva del lenguaje y toca aspectos relacionados con las categorías y las construcciones gramaticales básicas.
Cuando se habla de enfoque cognitivo pueden suscitarse ciertas dudas e imprecisiones, ya que la gramática generativa fue, en principio, la primera teoría científica en reconocerse a sí misma dentro de tal marco epistemológico, pues este enfoque nació como netamente mentalista frente a las corrientes conductistas del estructuralismo norteamericano defendidas por Bloomfield y sus seguidores. Así también tenemos, como antecedentes, enfoques psicológico-cognitivos en estudios de Piaget y Bruner quienes coinciden en los postulados básicos sobre el lenguaje y su adquisición. Sin embargo, hablar de lingüística cognitiva implica una diferenciación en el objeto de investigación frente a otras disciplinas como la psicología. La denominación de cognitiva es debido que dicha teoría encierra un conjunto de disciplinas relacionadas con el estudio del cerebro, los mecanismos mentales y la estructura y naturaleza del conocimiento humano. El rasgo diferenciador de la lingüística cognitiva es que trata de engarzar experiencia, pensamiento y lenguaje, dejando en evidencia que los fenómenos del lenguaje son una manifestación más de los mecanismos de procesamiento de la mente.

Postulados básicos

· El lenguaje tiene un carácter propiamente simbólico. Su función primordial es significar. El lenguaje es un instrumento de conceptualización, un vehículo para expresar significados.

· El estudio del lenguaje no puede aislarse de la cognición humana y la comunicación. Se basa en el uso del lenguaje.

· Los Modelos Cognitivos Idealizados son las estructuras a través de las cuales organizamos nuestro conocimiento; son requisitos para comprender las significaciones. Las categorizaciones y los efectos prototípicos son producto de dicha organización.

· La categorización se ve como un proceso fundamenta para la organización del pensamiento. Los límites entre las categorías son difusas, y se basan en relaciones prototípicas y de semejanza de familia.

· Hay un continuo entre sintaxis semántica y pragmática.

· La gramática consiste en la estructuración del contenido semántico a partir de la forma fonológica. El significado es fundamental; no es derivado.

La concepción del significado

Para la lingüística cognitiva, el significado es de carácter enciclopédico; esto quiere decir que, para construir significados, el hablante opera a nivel mental, articulando los múltiples dominios que constituyen su amplio conocimiento del mundo y de las cosas que en él existen. Por ejemplo, para construir el significado de una palabra aparentemente simple como huérfano, un hablante de una lengua ‘x’, en este caso el castellano, debe activar una serie de dominios cognitivos: vínculos de parentesco (padres e hijos), el cambio de estado de la vida a la muerte (orden en que estos se dan), además del hecho de que el niño debe estar vivo después de muertos sus progenitores, etc. Sin embargo, hemos dicho que el significado es producto del conocimiento del mundo, por tanto, es un hecho marcado también por pautas socioculturales. Es por ello que en determinadas culturas, como la tradicional andina, se concibe que la orfandad no sólo está ligada a los parientes en línea vertical directa (los padres), sino que este vínculo se proyecta a la familia extensiva (abuelos, tíos, primos, etc.), por lo que si un niño pierde a sus padres no queda huérfano.

Metáfora y metonimia

A. Metáfora

La lingüística cognitiva concibe a la metáfora como un mecanismo cognitivo que está presente en nuestro sistema conceptual y que opera sobre la base de ideas básicas y comunes para comprender y expresar situaciones complejas. Se dice que a toda metáfora subyace una metáfora conceptual, que es un esquema abstracto que sirve para generalizar o agrupar expresiones metafóricas. Por ejemplo, en la expresión El alumno es un burro, LAS PERSONAS SON ANIMALES. Toda metáfora conceptual tiene una estructura interna compuesta de un dominio de origen (los animales) y un dominio de destino (las personas). La metáfora se comprende como la proyección de algunos conceptos (o rasgos) provenientes del dominio de origen hacia el dominio meta.

B. Metonimia

La metonimia también recibe un enfoque distinto dentro de este marco de estudio. Para comprender la concepción de metonimia, tenemos que tomar antes dos conceptos: punto de referencia y zona activa. La metonimia es una operación de referencia indirecta mediante la cual nombramos una entidad implícita por otra explícita. Volviendo a los conceptos mencionados anteriormente, citemos un ejemplo de metonimia todo-parte:

a) Suena el teléfono[i]

Por nuestros conocimientos previos, sabemos que lo que suena realmente es el timbre del teléfono (obviamente no es todo el aparato que suena). Aunque nombremos explícitamente todo el teléfono (punto de referencia), bien sabemos que el referente real, implícito, es el timbre. Este elemento referencial es lo que se denomina zona activa, según Langacker. La distinción existe entre metáfora y metonimia es que en la metonimia asocia dos entidades dentro de un mismo dominio, mientras que la metáfora conecta entidades provenientes de diferentes dominios.

La polisemia

En principio, esta corriente lingüística cuestiona que la correspondencia entre significado y significante dentro del signo lingüístico sea biunívoca, es decir, rebate la posibilidad de que las expresiones lingüísticas simples estén compuestas únicamente por un polo fonológico y otro semántico; no obstante, no descarta que el isomorfismo se dé, pero destaca que no constituyen la generalidad. Hecho el deslinde entre estas dos concepciones en torno a la naturaleza del signo lingüístico, pasemos a definir cómo se considera la polisemia dentro de este marco de estudio.
La polisemia es un fenómeno lingüístico en el cual dos o más sentidos distintos de una misma expresión se interrelacionan, ya que comparten la misma imagen esquemática. La noción esquemática es la abstracción que encierra el rasgo común de los dos o más sentidos de una misma expresión y con la cual opera el hablante a nivel cognitivo para establecer el vínculo entre ambos.
Cabe resaltar que los varios sentidos de una misma expresión no tienen entre sí el mismo grado de representatividad, sino que existe una escala de niveles en la cual al miembro más representativo de la categoría se le denomina prototipo. La prototipicidad y la noción esquemática son conceptos complementarios, de ningún modo deben confundirse ambos términos, puesto que el prototipo es el ejemplar más representativo de una categoría, mientras que la imagen o noción esquemática es una entidad abstracta que podríamos decir recorre o encierra de manera abstracta, mental, los distintos significados, lo cual permite que exista una unidad dentro de la multiplicidad. Este concepto es indispensable, pues hace posible la categorización de lo que podrían considerarse significados inconexos.

Para explicitar la noción de categoría definámosla entonces. Las palabras polisémicas son categorías complejas (Langacker) o categorías radiales (Lakoff), es decir, los vocablos polisémicos son nombres de categorías con estructura interna que tienen en su interior un conjunto de sentidos con distintos grados de representatividad (nivel de prototipicidad) de los que ya hemos hablado anteriormente. La base conceptual para la estructuración de las categorías radiales es la semejanza de familia. La semejanza de familia no establece condiciones necesarias y suficientes para vincular los miembros de una categoría y permite establecer la coherencia y orden entre sus elementos. La idea de coherencia es la permite que el sistema interno no sea caótico. Por ejemplo, dados los segmentos [n, J, ŋ, ņ, m], ellos sólo se distinguen por el punto de articulación, pero lo que los hace pertenecer a la misma categoría es ser segmentos nasales. Estas categorizaciones tradicionales están elaboradas sobre la base de condiciones necesarias y suficientes: el vínculo en el caso que presentamos lo establece la semejanza de familia. La ventaja del modelo cognitivo es que permite incorporar elementos que en categorizaciones clásicas no se admitirían (v. g., dentro de /n/ no se podría concebir [m], pues éste último no es su alófono). Ahora, la determinación de la prototipicidad se determinará de acuerdo con el nivel de aproximación de los miembros de la categoría al modelo ideal, a la imagen esquemática, donde [n] será el miembro más prototípico, mientras que [m] constituirá el más periférico.

Las redes polisémicas se organizan también prototípicamente en relación a un miembro central; sin embargo, en vez de relacionarse por un parecido literal (estructuras pertenecientes a un mismo dominio), la polisemia vemos que se estructura sobre la base de procesos metonímicos y metafóricos. El producto de las relaciones semánticas son estructuras son cadenas de significados donde no es necesario que todos los nodos de la red se vinculen directamente, como sucede con el caso de banco. Diacrónicamente, vemos que el «significado primigenio» era ‘asiento para varias personas’ al que luego adquirió una función más concreta, que era la de servir de asiento y de zona para el intercambio financiero. Posteriormente, dicho uso se especializó y pasó a poseer el significado de ‘entidad financiera’. Aquí observamos la semejanza de familia en la que el primer sentido, llamémosle (a), y el sentido (c) se relacionan a través de (b) sin el cual aparentemente no habría conexión. A pesar de ello, sabemos que históricamente se ha dado una ruptura en cadena polisémica, por lo cual el hablante ya no encuentra multiplicidad de significados, sino las ve como expresiones disjuntas, homonímicas. Es decir, el significado (b) que servía de nexo para establecer la polisemia desapareció y, como resultado, se crearon dos palabras distintas. Una vez planteado el caso de la polisemia, es pertinente distinguirla de la homonimia. En la homonimia, dos lexemas sólo comparten forma fonológica, sin embargo, si un lexema tiene dos o más significados que se vinculan entre sí, y comparten atributos de significación, hablamos de polisemia.

Bibliografía consultada:

CIFUENTES, José Luis. Gramática cognitiva. Fundamentos críticos. Primera ed. Madrid, Eudema, 1994, 254 pp.

CUENCA, María Josep y Joseph Hilferty. Introducción a la Lingüística Cognitiva. Primera ed. Ariel Edit. Barcelona, 1999, 252 pp.


[i] El ejemplo se tomó del cap. 4: Metonimia y Metáfora de Introducción a la Lingüística Cognitiva de Cuenca y Hilferty.

Las letras y los hombres


Próximamente reseñas y comentarios en el espacio dedicado a difundir, apreciar y criticar el producto del quehacer literario de los perínclitos representantes de letras castellanas, tanto de la prosa nacional como de la extranjera. Así también destacar la genialidad de la obra narrativa ribeyriana, con especial énfasis en su cuentística.