viernes, 5 de septiembre de 2008

Palabras muertas que aún viven en el diccionario (además, unos apuntes sobre el uso de 'huérfano')

Por Ricardo Seca
La Academia Española no se caracteriza, como sabemos, por su agilidad en la incorporación de nuevos vocablos ni tampoco, ciertamente, por su presteza en la hora de eliminar términos abandonados por el uso y olvidados por los hablantes. Este último caso parece ser el de zurruscarse, vocablo que figura en el Diccionario con la denotación de 'irse de vientre involuntariamente'. En la primera edición (Autoridades), más precisa en este punto, se aclaraba que la acción enunciada por este verbo tenía lugar 'especialmente con ruido o en la ropa'. Mientras zurruscarse enmohece en el diccionario y ni siquiera existe en el corpus actual de la Academia, me parece poco probable que algún lector se haya topado alguna vez con un pedido tal como "Oye, me he zurruscado, ¿podrías ir a mi casa a buscarme un pantalón limpio?" No menos útil para una persona que se precie de poseer vocabulario rico y presto para todas las eventualidades es la palabra bardaje, que, según el mismo Diccionario nos enseña, denota 'homosexual paciente' y de la cual aparecen cuatro casos en el corpus, sin duda todos ellos tomados del Diccionario. El calificativo paciente no está allí, obviamente, para excluir a los homosexuales que tienen poca paciencia, sino para delimitar el alcance del término a los pasivos pero, en todo caso, parece altamente improbable que este extraño vocablo pueda oírse en nuestra época con mucha frecuencia en cualquier lugar del área hispanohablante. La ideología católica y reaccionaria ha marcado –sobre todo hasta el siglo pasado– muchas definiciones del diccionario, como la de marxismo que, hasta 1970, era definido como "doctrina de Carlos Marx y sus secuaces". Ese texto quedó atrás en la edición de 1984, nueve años después de la muerte de Franco, pero el peso de la ideología se arrastra hasta hoy en vocablos surgidos en el tiempo en que la mujer era considerada un ser inferior, que se mantienen en el acervo académico como una costra que espera ser limpiada. Vemos, por ejemplo, la palabra zurrona 'mujer perdida y estafadora'. No sabemos en qué casos podría aplicarse esta doble adjetivación y el Diccionario no lo explica; tal vez a una prostituta que se niega a prestar sus servicios después de haber recibido el dinero del cliente, aunque en ese caso sería sin duda estafadora, pero ya no tan perdida, puesto que rehúsa conceder sus pecaminosos favores. Por supuesto, un zurrón no es para el DRAE un hombre perdido y estafador, sino una simple bolsa de cuero. Algunas definiciones se arrastran desde la Edad Media, de una época en la que el avance de la ciencia no había hecho necesario aún desarrollar el concepto mismo de definición, que vino junto con la idea, relativamente reciente en términos históricos, del rigor científico. En esa época, las palabras eran explicadas como en el diccionario de Covarrubias, con base en la primera idea que aparecía en la cabeza del autor, o bajo la influencia del humor con que se había despertado aquel día. Un ejemplo de ese tipo, de tufo medieval y anticientífico, lo tenemos en la entrada sobre el ñu, definido como 'antílope africano semejante a un caballito y con cabeza de toro', poética descripción acogida también por María Moliner y que figura en el Diccionario hasta la última edición.

(Agradezco a mis buenos amigos Xosé Castro y María Cristina Dutto sus valiosas sugerencias para esta nota).
Fuente:



A propósito de las reflexiones de Seca, y conociendo además las deficiencias -confirmadas en el artículo anterior- a las que nos tiene acostumbrados el Diccionario de la Real Academia Española 2001 (en adelante Drae 2001), me di a la pesquisa de la entrada léxica -la palabra, en buen cristiano- 'huérfano'. Los motivos exactos por los que opté por esa palabra son realmente fortuitos, pues mi objetivo principal era redactar un breve artículo acerca de la lingüística cognitiva, por lo que tuve que citar dicha palabra para ejemplificar el carácter enciclopédico del significado según esta corriente científica 'novedosa', que si bien es cierto no lo es dentro de las ciencias del lenguaje, lo es en divulgación teórica y en aplicación en el análisis, al menos en nuestro medio. Al margen de lo anecdótico, pasemos a evaluar la definición propuesta por el Drae:
  • huérfano, na. (Del b. lat. orphănus, y este del gr. ὀρφανός). adj. Dicho de una persona de menor edad: A quien se le han muerto el padre y la madre o uno de los dos, especialmente el padre. U. t. c. s. 2. poét. Dicho de una persona: A quien se le han muerto los hijos. 3. Falto de algo, y especialmente de amparo. En aquella ocasión quedó huérfana la ciudad. 4. ant. expósito. U. en Bolivia, Chile y Perú.

En primera instancia, debemos saber que la estructura de una definición conceptual está compuesta por el género próximo (el término generalizador, el hiperónimo) y la diferencia específica (término que precisa la característica diferenciadora). En este segmento de la definición encontraremos el contorno, que es según Martínez de Sousa: el "conjunto de elementos de información no esencial añadidos a una definición”. Pero cabe aclarar que el hecho de que sea no esencial no significa que esta sea soslayable e innecesaria, sino que aporta para el enriquecimiento de aspectos característicos de la palabra, que pueden dar luces sobre un uso particular de la misma.

Ahora enfoquémonos sólo en la primera acepción de 'huérfano', que es la que presenta falencias técnicas. El Drae introduce en la definición lo que en la terminología lexicográfica se denomina contorno, que es aquella estructura introducida de manera obligatoria cuando estamos ante entradas en las cuales no puede iniciarse la definición con una categoría gramatical distinta de la categoría a definir. Dicho en otros términos, si, por ejemplo, queremos definir 'ocioso', no podemos empezar con 'persona que está sin hacer algo' porque 'persona' es nombre (sustantivo) y ocioso, adjetivo. Existe otra clase de contorno, que es aquella a la que hemos hecho referencia líneas arriba, aquella que se encuentra inserta en la misma definición conceptual. Observemos la definición del primer uso, que es en el que nos centraremos:

  • "[...] adj. Dicho de una persona de menor edad: A quien se le han muerto el padre y la madre o uno de los dos, especialmente el padre [...]".

Tenemos, dentro de la composición, el género próximo -el elemento genérico- ('persona de menor edad') y la diferencia específica -el elemento particularizador- ('a quien se le ha muerto el padre y la madre o uno de los dos'). En este caso, estos dos componentes son suficientes para saber lo que es un 'huérfano'. Sin embargo, el Drae apunta un rasgo más en la definición: 'especialmente el padre' (resaltado arriba en cursiva), un elemento de más superfluo, puesto que dentro de los estrictos márgenes del uso de este vocablo en ningún momento un niño va a dejar de ser más o menos huérfano porque es el padre quien falleció y no la madre. El hablante de una lengua natural, el castellano en este caso, no concibe dentro de su lexicón, ni siquiera creo que sea parte de su conocimiento enciclopédico, de su conocimiento del mundo. ¿Es que acaso la Academia sigue con la errónea y decimonónica idea (con el perdón de los decimonónicos que tienen, entre sus cien años, grandes aportes a la humanidad como la obra de Balzac, la filosofía de Schopenhauer y su De la cuádruple raíz del principio de razón suficiente, o la introducción del término lingüística, a mitad de siglo, para delimitar el estudio científico de las lenguas y separarlo del hasta entonces tradicional estudio filológico) del modelo familiar patriarcal donde el hombre es el pilar del hogar -al menos en lo económico- y donde su ausencia, parafraseando a Vallejo, hace una falta sin fondo? ¡No, mis estimados señores académicos! Hay que tratar de no confundir papas con camotes, o para no ser tan coloquial: no hay que confundir, en una definición, contorno con información baladí e impertinente. En todo caso, no debemos incluir nuestras propias percepciones, o la de nuestra región -llámese España- en lo que creemos que es un uso general, pues le restamos objetividad a la labor científica. Esperemos que la vigésimo segunda edición de ¿nuestro? diccionario sea más cuidada (y que yo no haya equivocado mis juicios también ¡sssshhh...!).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

interesante pues existen palabras en el diccionario que, como dijeron en un inicio, estan muertas, es decir perdidas y no es común el mencionarlas también cuando mencionan los diferentes puntos de vista del significado de una palabra te deja mucho en que pensar puesto que somos muchos (incluyendome) los que apenas conocemos los conceptos de dichas palabras y peor 'conocemos algunas palabras' puesto que se ha perdido la costumbre de leer y nuestro vocabulario se ha empobrecido radicalmente esperemos que las personas tomen conciencia de esto y corrijan estos errores puesto que es una verguenza decir que ni siquiera llegamos a conocer nuestro lenguaje.(yo x mi parte ya tomo conciencia :S)
con respecto al articulo estuvo muy interezante; como ya he mencionado antes; sigue asi y pon mas informacion respecto a otros temas de interes como este, puesto que es una forma de enriquecer nuestros conocimientos. gracias...
xD!!...y suerte!!

Anónimo dijo...

Me alegra que te hayas interesado por estos temas. Revisa el blog de vez en cuando, que subiré más artículos.