jueves, 26 de enero de 2012

Lima en busca de un autor

Un homenaje de mi parte, algo tardío, a nuestra ciudad por sus 477° aniversario.


La Tres Veces Coronada Villa, la Ciudad de los Reyes, la Villa Jardín, la horrible, la dorada, la gris, de cielo panza de burro, virreinal, colonial, gótica, barroca, rococó, híbrida, ecléctica, caótica, asimétrica, española, indígena, mozárabe, latinoamericana, suburbana, residencial. 1535, damero de Pizarro; 1950, refundada, viviendo en los extramuros, en antiguas haciendas, en arenales, en las faldas de los cerros, junto al cielo, in crescendo, pateándole los planos a Diego de Agüero y demás urbanistas. Cuadrada, redonda, polimorfa, centrífuga, centrípeta, desbordante, misérrima, adinerada, de arrabales, de balcones, conurbana, aristocrática, plebeya, desafiante, insurrecta, libre e independiente por la voluntad general de los pueblos, autogestionaria, emergente, hermosa, prostibularia, travestida, marginal, sencilla, suntuosa, emprendedora, idealista, materialista, pituca, popular, liberal, conservadora, inquieta, nocturna, diurna, vespertina, exagerada, laica, pragmática, ilustrada, de buenas maneras, políticamente incorrecta, religiosa, pacata, hereje, fervorosa, festiva, carnavalesca, dionisiaca, hedonista, rabiosa, romántica, hispánica, andina, amazónica, multifacial, cerril, edificial, de doble moral, de fácil risa al anverso y raje al reverso, de protestas y manifestaciones callejeras, marchas y contramarchas, oficialmente monolingüe, soterradamente multilingüe, anacrónica, moderna, pujante, consumista, sobrepoblada, tugurizada, de barrio, clasemediera, de clase alta, de ciudadanos socialmente ricos y económicamente pobres, socialmente pobres y económicamente ricos, acomplejada, discriminatoria hacia arriba, discriminatoria hacia abajo, chola, chola china, cholita blanca, negra, zamba, sacalagua, mulata, pelirroja, gringa, gringa con su plata, china, chola china, india, zamba, y el que no tiene de inga tiene de mandinga, peruanita bonita, terroncito de azúcar, grano fino de sal, la china más buenamoza del callejón, de garbo al caminar, derramando lisura, ojos negros, piel canela, de cuerpos entallados en shorts diminutos, pantalones tubo o leggins o pantaloneta (la tela elástica, ceñida al cuerpo quebrado, moldeando la figura: las caderas rebosantes, amplias, achatadas en los polos, arqueadas en el ecuador; muslos bombeados, carnosos; nalgas pulposas, esferoidales, y el pubis, un ligero brotar que asoma joven, firme, disimulado, sobresaltado, triangularmente definido, apenas oculto por un jirón de tela de camiseta que ellas se esfuerzan en estirar en vano), bañada en perfume, chicle en boca reventado con la punta de la lengua contra los dientes (sonoro chasquido), vincha en cabeza, grandes argollas, dos mechones lacioscuros sobre la frente o deflecado color noche o cola de caballo o melena suelta y lisa y abundante y recogida sobre un solo hombro, mirada altiva de bella cíclope de cejas depiladas, suspendidas en arco (media mirada, por el flequillo que se derrama lacio y oblicuo), ojos que le bailan en la cara. Ciudad de muchachos bravos, de pelo en pecho, cresta en cabeza, arete de punto, pícaros, trabajadores, hábiles para los números, paradores, jarras, trompeadores (y no va a serrr), picaflores, guapos al caminar, chacoteros, boquita de caramelo, arranca, causa, saca la guaracha, quien pierde me la chupa, calle, pero elegante.

Monstruo de 8 millones de cabezas, 16 millones de ojos: ojos negros, verdes, azules, marrones, pardos, acaramelados, rasgados, grandes, cansados, encapotados, trasnochadores, femeninamente coquetos, masculinamente lascivos detrás de un par de piernas coquetas, de un par de nalgas curvadas, sin pegar la pestaña, de sol a sol. 8 millones de historias: mi abuelo de invasión y esteras, mi padre primer piso de material noble, yo con dos pisos ya y otro en construcción. De vivienda comunal, unidad vecinal, conjunto habitacional, condominio, zona residencial. En los 50 invasión, en los 60 barriada, en los 70, 80, 90 asentamiento humano, cooperativa comunal, asociación de propietarios (primera, tercera, quinta etapa; segunda, cuarta, sexta zona, manzana M, Lote 10), 2000 en adelante nuevo milenio y pampón o campo de cultivo devenido en supermercado o urbanización.

Abuelo agricultor, pequeño ganadero; padre comerciante, vendedor mayorista, microempresario; hijo profesional (carrera técnica o universitaria): administrador de empresas, arqueólogo, perito en negocios internacionales, literato, médico, contador, abogado (copete erecto, hirsuto; gafas semiaéreas, portafolio, terno y corbata), experto en redes o ensamblaje y reparación computadoras, en enfermería técnica, farmacia, fisioterapia, prótesis dental, corte y confección, en diseño 3D-gráfico-publicitario, secretariado ejecutivo, gastronomía, economía, bartender, ingeniería de sistemas o cosmetología.

Ciudad de urbanizaciones erigidas sobre chacras, fundos, antiguos campos de cultivo, en viejas zonas industriales, en arenales, en ruinas prehispánicas. El Cono Norte se dispara con la potencia de una flecha: boom de malls, centros comerciales donde antes hubo terrenos desiertos, fábricas, entidades públicas, terminales de buses interprovinciales. Cines de estreno, añejos, de barrio tipo Art Decó, tipo buque, neocolonial transmutados en cines triple x, en iglesias evangélicas, pentecostales (“Los sabios de Sión”), testigos de Jehová. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días con sus templos ubicuos, milimétricamente idénticos apoderándose de toda una manzana. Fiesta Patrias y el “Play Land Park” con sus juegos mecánicos tomando el IPD. De Mamacha Candelaria y Señor de los Milagros, de fiesta hasta por quítame estas pajas, yunsa, pollada y cubanada y evento profondos con el toldo de fiesta cerrando la cuadra.

Lima de avenida Arequipa poblada de casonas, embajadas e institutos tecnológicos. Circuito Mágico del Agua, otrora Parque de la Reserva. De Barrio Chino, calle Capón, un pedacito de China y la India con su aroma a incienso, pop y ropa hindú, novelas coreanas, elefantes, Budas, Krishnas, Shivas, sables japoneses y gatos de la suerte y películas indias trágico-musicales. Barrios Altos, el Mercado Central y Mesa Redonda (menaje, cubiertos, golosinas, mascotas, regalos, electrodomésticos, juegos de video, maquillaje, útiles escolares, juguetes, pelotas, plásticos, piñatería y disfraces, discos de música, chucherías, relojes, mochilas, maletines, películas). Paruro, sus tiendas de artículos y repuestos de equipos electrónicos, Malvinas, Polvos Azules: discos de música, DVD: cine estreno, cine clásico, cine mudo, erótico, pornográfico, alternativo, independiente, gore, hindú, nacional), Apolo, El Porvenir y su mundialito, la populosa unidad vecinal Matute, La Parada, mercado mayorista de verduras, legumbres y abarrotes por doquier, una ensalada invadiendo pistas y veredas, aroma verde, filudo, puntilloso a culantro, a albahaca, a hierba fresca, a tierra, a tubérculo. Gamarra, emporio textil, moda que seduce, Unicachi, Manco Cápac, su plaza y el inca de dedo acusador, sus cuadras de peluquerías baratas (S/ 2.50 el corte, guapo), de encarnaciones de Manos Voladoras buscando entre los transeúntes (con ojos inquietos, ansiosos, comiéndose las uñas) cabezas que retocar, cabellos que tijeretear. El centro histórico, un pedazo de Europa, el Perú en miniatura: jirones con nombres de ciudades del interior (Angaraes, Huancayo, Cotabambas, Tarma, Contumaza, Ica, Cailloma, Cañete, Chota, Cuzco, Zepita, Apurímac, Huallaga) conservando sus antiguos nombres (De Huevo, De los Judíos, De la Acequia Alta, De Calonge, De las Tres Mariquitas), impresión de recorrer el país en pocas horas, viajando de un punto a otro del mapa-perfil-de-caballo en cuestión de minutos, trasladándose de una provincia a otra atravesando apenas la calle, evitando un charco de urea. El centro de Lima y sus plazuelas cuadradas, capillas, monumentos, casonas neocoloniales, balcones mozárabes, cornisas, campanarios, frontispicios, iglesias (San Pedro que suena a nostalgia, a tañer de campanas), miradores, portones de madera (de gran altura, enchapados, ataviados con cabezas de leones, de aldabas en forma de aros, de garras de bestias: de leones, de águilas, de esfinges, de grifos), goznes chirriantes, celosías, zaguanes, ventanales, rejas de fierro forjado, herméticos conventos, escudos repujados, fachadas barrocas, quintas republicanas devenidas en imprentas (tarjetas de invitación, afiches para conciertos folclóricos, calendarios), solares de doble fondo, callejones para vivienda, para comercio, casas de altos y techos elevados, escaleras de madera inclinadas, vencidas por el uso, y pisos que crujen, tablones que chillan bajo los zapatos, cafeterías que huelen a lonche, a queso cajamarquino, a leche, a café recién pasado, a concho terroso al fondo de la taza (aún humeante), a colorete tatuado en el borde (de los labios de alguna secretaria que bebió aprisa); bodegas italianas (olor a pan con pejerrey, a jamón del norte, del país, a butifarra, a ají, a corte fresco de cebolla), la antigua pastelería “Huérfanos” con aroma a hojaldre, a bocaditos, a pan horneado a media tarde, a pastas, a viandas criollas (compás de cubiertos y platos que se posan sobre el vidrio de la mesa, que se entrechocan en febril movimiento); bares antiguos (manteles a cuadros, viejos mostradores, viejos mozos de delantal almidonado, aparadores añejos de madera decorados con botellas de alcohol), discotecas, los pubs oscurísimos de jirón Puno (atmósfera cargada de cerveza, capas de humo de cigarro), fondas, hostales baratos, tabernas, oficinas privadas, bufetes y consultorios médicos (Dr. Eleudoro Rodríguez Quispe, oftalmólogo colegiado), entidades gubernamentales, del Municipio, galerías de arte, playas de estacionamiento (S/. 2.50 hora o fracción; baño S/. 0.50), fuentes de soda, museos, centros culturales, librerías (modernas, de viejo), bancos, financieras, centros de convenciones y bancos de antaño convertidos en supermercados, tiendas por departamento, bodegas, lustrabotas, vetustas redacciones, mendigos, edificios antiguos (Angloamericano, Monte Blanco, San Gervasio), abandonados, en venta, en alquiler, en juicio, puestos de periódico en cada esquina con gente detenida (emoliente y pan en mano), absorta en los titulares que recorren velozmente, sin demasiado interés, cumpliendo el ritual preestablecido de que el pueblo debe estar “informado”. Palacio de Gobierno, el antiguo Correo, Plaza de Armas y su pileta con el ángel clavando la diana en el cielo, el cerro San Cristóbal y su cruz metálica, católico-apostólico-romana, alameda Chabuca Granda: dulces y platos criollos; una rosa para la más hermosa, la dueña de tu corazón, para tu enamorada, joven, la futura madre de tus hijos; de cómicos ambulantes arrancando palmas chacoteras, carcajadas del fondo del estómago; parejas, flor en mano, amándose, sobándose apostadas contra el malecón a orillas del río Rímac, hablador, raquítico, hediondo, caudaloso, seco (Chillón y Lurín ni qué decir). Y atravesando el puente de piedra, el jirón Trujillo, el Rímac, antes viejo barrio de San Lázaro (de clérigos, de esclavos, de indígenas y leprosos), de Abajo el Puente, la plaza de toros de Acho, Alameda de los Descalzos, Paseo de Aguas (despilfarro, licencia romántica de un virrey encandilado por una perra chola actriz de comedias, construida para bajarle la luna llena y reflejarla contra la fuente), conventos e iglesias coloniales. Plaza San Martín (sus arcos de en frente; sus lustrabotas, los bares De Grot y Zela; el café San Martín y su turrón de doña Pepa, su café con leche, sus sándwichs mixtos calientes), ágora de los más encendidos y espontáneos debates políticos, filosóficos, ideológicos, religiosos. Plaza Italia y su ranfañote, Colmena y los cabarets a sol la barra y los sicalípticos cines Colmena (1 y 2) y París, de funciones continuadas con aroma a noche diurna, a lujuria, a goce, a oscuridad perpetua, a lejía y humedad. Quilca (el «Averno» bastión de la contracultura), Camaná y Amazonas con torres de libros hermosamente desordenados (miscelánea de literatura, ciencia, filosofía, política, religión, autoayuda, administración, carpintería casera, punto cruz, entretenimiento) a la espera de algún autodidacta con lentes poto-de-botella, de un estudiante que buceará horas en busca de unos cuantos ejemplares por unas pocas monedas (libros que ojeará irrefrenablemente y con avidez, como niño con juguete nuevo, en el viaje de regreso a casa, apretujado en un asiento de bus demasiado estrecho, jubiloso por haber encontrado tesoro de edición limitada que solo él posee, extasiado, orgulloso por saber que engrosarán su modesta biblioteca y habrán de balancearla, de acompañarla, de dignificarla con lomos reales en vez de los burdos espirales de sus libros fotocopiados), a la espera de un chico con cara de sabio que nadará en un mar de hojas color zepia, compra a la que acudirá sin ningún título en mente, reacio por naturaleza a toda elección a priori, a toda brújula, a cualquier plan rígido, a rutas previamente establecidas. Discos de vinilo, textos escolares, historietas (Calimán; Fantomas, la amenaza elegante; Sussy, secretos del corazón), compra y venta de monedas y billetes antiguos, revistas, diarios de los 50, 60, 70; números sueltos de enciclopedias pasadas que un diario local publicó meses atrás, fotografías en blanco y negro, juguetes de segunda mano, documentales, biografías, colgados de anaqueles que rascan los techos (A Fondo, con las primeras figuras de las Letras, las Artes y las Ciencias), un ejemplar de Méthode de Réduction de Testes des Sauvages d’Amérique selon l’a veue Messire de Champignole Serviteur du Roy (cuerpo marrón, tapa dura, letras semiborrosas, de un oro opaco), un Manifiesto comunista sobre una edición facsimilar del Quijote (tipografía Ibarra Real, en hermoso castellano del S. XVII), un Dickens, en inglés e ilustrado aplastando la punta de la carátula de Cien obras maestras de la pintura, una Rayuela de tapa blanda (Editorial Sudamericana), el malditismo de un Rimbaud, un Baudelaire y los Paraísos artificiales, antirrealista, puro, de torre de marfil desafiantemente encaramado sobre el materialismo de Mariátegui y los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, un Monterroso y su narrativa breve, su economía del lenguaje sobre lo abstruso y enrevesado de La cuadruple raíz del principio de razón suficiente imponiendo su peso sobre las obras completas de Aristóteles o el estructuralismo de Levi-Strauss, un Marsé y Si te dicen que caí derramando poesía sobre el anonimato de una edición popular de Memorias de una pulga, una biografía de Colón, una revista cultural española tapando una ruma de novelillas pornográficas, un pasquín clandestino o un libro de problemas de geometría plana o del espacio, una Enciclopedia de ciencias ocultas o Paisajes del Perú y América, un tratado de retórica, de gramática transformacional, o un recetario de cocina tailandesa. Y al final de la jornada, la alergia y el estornudo y la uñas y las yemas de los dedos con picazón, las huellas digitales claritas, negras de polvo, de libros de segunda, de tercera, de enésima mano oliendo a años, a guardado, a humedad, a página sucia, amarillas de meses, con dedicatorias a algún amigo o pariente («A mi hermano y amigo, el dilecto poeta Eleodoro Vargas Vicuña. Con el respeto y admiración por la resistencia y la lucha de un poeta en estos tiempos oscuros para nuestra América Latina»), hojas garabateadas, subrayadas con líneas distintivas (unas rojas, otras azules) con comentarios en los márgenes en clara actitud dialógica, crítica, impresionista: en debate frontal con el autor, en diametral desacuerdo, en total acuerdo (a juzgar por los signos de exclamación). Y a los lejos Aznavour susurrando la Boheme como música de fondo o Lucho Barrios y Es mi niña bonita con tu carita de rosa; es mis niña bonita cada día más preciosa... Las arterias del centro histórico: Abancay, Wilson-Tacna, Alfonso Ugarte, tres grandes tajos palpitando sobre el rostro más bello. Abancay y el Parque Universitario, antes cómico y delincuencial, el centro comercial “El Hueco”, cuasisubterráneo, hondo, fraudulento, clavado en las fauces de la tierra con sus copias de discos de música, de cine, medicamentos (muchos vencidos), ropa, útiles de escritorio, calzado; Abancay y sus cuadras de venta de oro, cochinilla, sellos, suelas, pasadores, placas conmemorativas, rosarios, recuerdos, tarjetas por un ciento, medio ciento (de fiesta, de presentación, de bautizo, de primera comunión, de sepelio, de misa de mes), de agencias interprovinciales, duchas y baños alquilados al paso; Abancay de Congreso de la República, Biblioteca Nacional, CONACO (Confederación Nacional de Comerciantes). Wilson-Tacna (dos nombres, una misma avenida). Wilson, de noche travestida en sus esquinas (con calle Dávalos), de día abarrotada de alumnos de academias, institutos, de clientes, de transeúntes apurados, invadiendo las cuadras de galerías de informática, cibernética en busca de copias de programas de computadora, juegos virtuales, compupartes, PC, laptops, accesorios; diseños de volantes, logos, trípticos, afiches, ploteos, banners, gigantografías. Y en Colmena esa gran serpiente de asfalto quiebra ligeramente el cuerpo y aparece Tacna, dueña de antiguos edificios fantasma, modernos y lujosos en los 50, ahora escasamente iluminados, medianamente habitados, silenciosos, de pisos enteros en alquiler, de centros de conciliación, tratamiento para varices, oficinas privadas, subgerencias del municipio, tiendas naturistas, cursos rápidos para fabricar desinfectantes o jabones; de cines en los 50 resplandecientes, ahora muertos, de iglesia de Las Nazarenas y turrón de doña Pepa; de últimas cuadras repartidas entre Dios y el diablo: los seis carriles de la avenida dividiendo el bien del mal: religión contra magia negra, santos cirios contra lectura de cartas, imágenes católicas y palo santo contra amarres y hechicería; Alfonso Ugarte, de Guadalupe, Hipermercados Metro, el APRA y la Casa del Pueblo; de libreros ambulantes con textos amontonados sobre un plástico estirado sobre la vereda como un biblioteca celeste: Adónde va la ciencia, Peruanicemos al Perú, números sueltos de la enciclopedia de Historia Universal de la revista “Gente”, ¿Qué es la Guerra Fría?, Los enigmas de las pirámides, Del ayllu al cooperativismo socialista, Tratado de Derecho aeronáutico, más arriba la Plaza Dos de Mayo y edificios aledaños, afrancesados, imagen y semejanza de las construcciones de París, pero con CGTP, SUTEP, ropa secándose en los ventanales, tiendas plagadas de instrumentos, escuelas de música, canto y arpa, Plaza Unión, zapatos por montón, Plaza Bolognesi y el Paseo Colón flanqueado de institutos técnicos, otrora caserones, mansiones, villas republicanas: alta costura, cosmetología, computación e informática, escuela de manejo, oratoria y liderazgo, academias militarizadas, preuniversitarias, colegios no escolarizados (primaria y secundaria en corto tiempo) y partidos políticos, sindicatos, Unión Nacional de Ciegos, Asociación de Trabajadores Civiles de la Policía Nacional. Museo de Arte, Parque de la Exposición. Emancipación, chifas, caldo de gallina, casinos, máquinas de coser, electrodomésticos, boutiques, implementos de medicina, estomatología, camas clínicas, camillas, sillas de ruedas, muletas, uniformes de médico, de enfermera, la antigua farmacia Universal. Jirón Huancavelica, la meca de los anteojos. Avenida Grau, propiedades en litigio, galerías de ropa, zapatillas, clínicas: densitometría ósea, videoendoscopía, mamografía, resonancia magnética, tomografía en 24 horas (espiral, multicorte), rayos x, cámara hiperbárica, ecografías 3D, doopler, análisis (resultados de inmediato), hospital Dos de Mayo, tétrico sobre el cielo plomizo.

Jirón de la Unión, ayer aristocrático, de mercaderes, de espaderos, de escribanos, de paseos elegantes de domingo, de “Palace Concert” (de tertulias al ritmo del coro de damas vienesas), de Casa Courret (Fotografía Central. E. Courret y Cía. A. Dubreuil: fachada Art Nouveau, bellos balcones biomorfos), de teatros, confiterías y Botica Francesa; hoy tumultuoso, jamás vacío, repleto de tiendas de ropa, zapaterías, sangucherías, multicines a precios módicos, cambistas, salones de juegos, restaurantes, turistas, estudiantes, pollerías, orates, empleados, cabinas de Internet, ambulantes, predicadores, familias enteras (bebés en coche), escaparates, centros comerciales, cuadras trajinadas de noche y de día, baldosas mil veces pisadas, de piercing y tatuajes, helado D’onofrio, Manual del pendejo, empanada y pizza con gaseosa o café a S/. 2.50. Y al otro lado de la ciudad su antípoda, la avenida Conquistadores: sanisidrina, sofisticada, fantasmagórica, intraginada, de boutiques pomposas, casi anónimas, de marcas exclusivas, de precios por los aires.

Universitaria, larga, infinita, reino de los hoteles: cinco estrellas, tres estrellas, dos estrellas, una estrella, sin estrellas; club provincial, centro social, salón de recepciones, sociedad de amigos de mi pueblo, casas con segundo-piso-azotea, bermas centrales mitad-tierra-mitad-pasto, farmacias, boticas, ropa en los cordeles, ladrillos apilados en las azoteas aguardando convertirse en segundo piso, basura, nubes de moscas, perros famélicos, zapatillas enmarañadas colgando de los cables, cerros habitados, torres de alta tensión, Antúnez de Mayolo, San Germán, San Diego, Angélica Gamarra, centro de conciliación, lavandería-tintorería, conversión a GLP, taebo, karate, cirugía plástica, cosmética dental, brackets, estética unisex, orquesta Candela, Grupo Guinda, local El Pijuayo, Día de la Madre, Huaralino chicas no pagan, Larco y es viernes sangriento, Colonial, industrial, de fábricas, Tomás Valle, gimnasio, aerobics (S/. 2.00 la hora). Panamericana Norte, Panamericana Sur, Carretera Central: sus afiches y banderolas multicolores, fosforescentes de conciertos de cumbia y folclore, Fiori y sus buses interprovinciales, Huaylas, Puente Camote, Ovalo Santa Anita, sin forma de óvalo, Huayrona, paradero Tagore, Mariátegui, Zárate, Canto Grande, Canto Rey, Ceres, Mangomarca, Próceres de la Independencia con Metro y fiebre de jueves por la noche con los cuerpos jóvenes dancers (cortes modernos, pantalones pitillo, poleras, zapatillas de talón alto) transformando una berma central, una pérgola, una vereda, un parque en pista de baile, en batallas uno a uno, entre equipos, desafiando la física, la autoridad, el miedo, la burla, la calle, contorneantes, flexibles, cimbreantes (brazos cual tentáculos, pequeños saltos, pies casi inmóviles), al ritmo de electrodance, Riva Agüero, cerro San Cosme, El Pino, cual torres luminosas, Hospital Bravo Chico, Puente Nuevo, Alameda Pedro Huilca, Túpac Amaru, Pachacútec, Retablo, cerro La Balanza, Pro, Comas, La Pascana, Collique, Tablada de Lurín, 200 millas, Barracones, Pachacámac, Parque Industrial de Villa El Salvador, Ciudad de Gosen, Villa María del Triunfo, Ciudadela Pachacútec (muebles, casas prefabricadas), Cárcamo, Argentina, México, Nicolás Ayllón con sus fábricas, carnicerías, frigoríficos, camales, automotrices, venta de cocinas, de camiones y volquetes, maquinarias industriales, estructuras metálicas, bidones, herrerías, cerrajerías, soldaduras (chispas de fuego bifurcándose, expandiéndose como una fuente, chorreándose, rebotando contra el suelo y desapareciendo, haciéndose aire, nada), bujías, retenes, frenos, palieres, aros, suspensión, dirección, fajas industriales, servicio de ruteado, cateado, bisagrado, corte, optimización; San Jacinto y sus carros desmantelados y calles con nombres de autopartes; aserraderos, depósitos de madera compro libros, papel, cartón al peso, pilas, cobre, acero, antimonio, todo tipo de metal, clínica de bicicletas (esqueletos amontonados, oxidados de olvido pendiendo de un fierro cenizo), fabricación de rejas, portones, escaleras caracol, palas, picos, carretillas; Yerbateros, económico, de empresas de transporte interprovincial, Mercado Mayorista de Frutas, Arriola, Arica (materiales de construcción: cemento, PVC, barras de hierro, arena), Aguarico (radiadores ARNAO), Venezuela (se venden cajas de cartón), parque zonal Huiracocha, Sinchi Roca, Wirocha, Lloque Yupanqui y los 14 incas, Club de Tiro, Hatunwasi, la Cajita Musical, Playa Central: chicha, salsa, cumbia, huayno, Centella, Pascualillo, La Nueva Estrella, Los Nenes de la Cumbia, Los Ases de Huaycachi, el Chinito del Ande, Chacal, Chacalín y la Nueva Imagen, Chacalón Junior, N’samble, La Novel, Frescia Linda, Bamboleo, Sósimo Sacramento, Los Jinetes del Amor, Mangú, Corazón Serrano, Roy y los Gentiles, Rosita de Espinar, Tony Rosado.

Capital gastronómica de Sudamérica: chifa ficho de Capón con todo y escalera eléctrica, chifa de barrio, chifa al paso, pollo a brasa, a la leña, al carbón, al cilindro, higadito, papa rellena, papa con huevo, cachanga, anticuchos, choclo con queso, sin queso, menudos huevos de codorniz, chicharrón, yuquita dulce, salada, turrón de carretilla, emoliente, quinua, maca, avena, soya (cure sus enfermedades), pan con torreja, camote, huevo, salvando al estudiante, al obrero, al cambista, a la secretaria, al personal administrativo, al barrendero, al datero, al chofer, al policía de una mañana sin nada en el estómago. Los Botes, Calle 8 en el vértice de Washington con Bolivia, Honey, Holiday, Retablo, pero también Gótica, Aura, y el verano arranca en Asia o Agua Dulce con ceviche, chicha, cerveza y ollas de arroz con pollo y huancaína envueltas en secadores, periódicos ya leídos, en crucigramas, en notas deportivas, en fotos de veddetes o chicas de portada.

Ciudad de grandes unidades escolares de varones, de mujeres, mixtas, José Granda, te enseñamos todas las áreas del conocimiento, Fe y Alegría, colegio parroquial, particular, institución educativa Tales de Mileto con nivel preuniversitario, de colegio privado-religioso A-1, plagada de universidades: San Marcos, Villarreal, UNI, Cantuta (rodeadas de comercios, servicios de tipeo, fotocopiado, espiralado, anillado, empastado, elaboración de tesis y monografías); tomas, manifestaciones, “somos estudiantes; no somos delincuentes”, “somos estudiantes, somos el Perú”), Bellas Artes, Bausate y Meza, la de Lima, Richi, Pacífico, Esan, San Martín, UTP, Alas Peruanas, Telesup, Tecsup, César Vallejo, Universidad de Ciencias y Humanidades.

Ciudad de comercio ambulatorio, de cruceristas, titiriteros callejeros dándole vida a sus marionetas danzantes, al compás de rock, de huayno, de pop disparados al viento por un reproductor portátil acoplado a unos parlantes; grupos de acróbatas girando por los cielos, retando la gravedad, rasgando el aire con sus extremidades (las piernas cual copas rotas, cual cuchillas, cual picos de botella), usando el cráneo como eje, rotando en el asfalto como un zumbayllu; malabaristas en las líneas peatonales luchando contra el tiempo y el espacio reducido, contra los segundos del semáforo en rojo, montados en monociclos, jugando con aros, varas con fuego, balones de fútbol, con clavas o bolas de cristal que nunca caen de sus palmas, de sus dedos, de sus nucas, de sus hombros, de sus brazos, de sus antebrazos. Urbe de tráfico infernal, venta informal, comedor popular, vaso de leche, sindicato único de trabajadores, anuncios de escarchado, curandero norteño, amarres al instante, mariachis, atraso menstrual, de Azángaro y documentos falsos, de piratería, combi, coaster, micro y papeleta, mototaxi, triciclo, fierro, catre, botella, colectivo a 100 km/h, 2-1-2, Etursa va planchado, la Rata va con 6, súbelo, bájalo, ¿ala, vas?, rompemuelle bajan, esquina izquierda bajan, pie de derecho, señores pasajeros, con el debido respeto que cada uno de ustedes se merece he venido a ofrecerles este producto golosinario, apóyenme, no me ignoren, mucho menos me dean las espaldas, levántenme la moral, ignora al ratero, al vago o al ocioso, de todo por un sol, aproveche la promoción, y por si fuera poco, sudando la gota gorda. Tu envidia es mi progreso; desde las alturas bajé para hacerte sufrir; esfuerzo es éxito; si manejo mal, avísame… para mandarte a la conchetumare.

He aquí la Ciudad de los Reyes, la mía, la vuestra, la nuestra. He aquí la voz del hijo, la voz del padre, la voz del abuelo, la voz de quien quieras, la voz de cualquiera. Sí, maestro Arguedas, oigo tu grito: ¡Glloria a Lima de todas las sangres!

miércoles, 11 de enero de 2012

Decálogo del “buen” escritor


1. Evite leer a los maestros. No se fije en la manera como inician sus ficciones, el modo en que mantienen la tensión ni los cierres de sus historias. No vaya a ser que en vez de aprender de ellos termine por sepultar su propio estilo y acabe como un burdo plagiario.
2. Ocúpese de asuntos externos a su escritura (comportamiento, apariencia física, modales, manías, fama, éxito, dinero, número de lectores, compromiso social o político, etc.) Un poeta (“poeta” como símbolo del escritor) no está completo si no tiene siempre un cigarro a la mano. Un poeta no está completo si no viste como tal (descarte la ropa de moda). Lleve puestos un saco, una bufanda, un morral o maletín de cuero tipo cartero o, en su defecto, un par de libros (o fotocopias) bajo el brazo (si son libros de segunda mano, mejor; si tiene las puntas dobladas, las hojas amarillentas y ligeramente carcomidas por las polillas, aún mejor); anteojos de montura gruesa y alta medida (ser corto de vista o bizco se convierte en una ventaja: lucirá como Sartre), bigote o barba (si lleva los dos, mucho mejor), pantalón de vestir o jean clásico. Un poeta debe rechazar el fútbol, la playa, las discotecas (prefiere los bares), la cultura de masas. Debe ser lacónico, circunspecto, tener un andar extraño, algún defecto físico (falla de nacimiento o un golpe de la vida) o de dicción; si no ese así, finja timidez o cierta cojera. Un poeta jamás está demasiado alegre; no es un humorista ni posee un millón de amigos: prefiere el dolor metafísico o “la caverna”. Un poeta debe rechazar todo tipo de baile; es más, tiene el deber de tener dos pies izquierdos. Un poeta debe desafiar siempre los límites. Elija los lugares más apartados, escondidos, oscuros o inusuales para llevar a cabo sus lecturas (los pasadizos, los jardines, las barandas, los bordes de las veredas o de los muros de un piso elevado, las escaleras abandonadas, la espalda de una pila de carpetas en desuso, un ala abandonada de la facultad, etc.) Un poeta concurre a eventos culturales: conferencias, recitales, exposiciones de pintura, presentaciones de libros, proyecciones de cine. Estos espacios son ideales para la autoformación, por supuesto; sin embargo, usted deberá usarlos también para mostrarse y codearse. Es recomendable llevar copias de sus manuscritos y repartirlas entre los asistentes (no olvide adjuntar su nombre completo y correo electrónico). Asimismo, escoja espacios sociales: la banca de un parque, la mesa de un bar o un café, y ensaye la pose de sentarse con un cigarro o una copa en una mano y un Rimbaud o un Baudelaire en la otra. Haga de algún café o bar su trinchera; acuda regularmente al él y procure sentarse en la misma mesa. Busque un lugar apartado del primer salón: lo suficientemente alejado de la entrada para simular que pretende pasar desapercibido, pero lo suficientemente cercano para garantizar que lo verán. No se frustre si al principio no consigue la misma mesa. Intente hacerse amigo del mozo o, mejor aún, del dueño del establecimiento; posiblemente logre que se la reserven. Ahora que el problema de su trinchera está resuelto, tome asiento, pida una copa de tinto o una taza de café, saque papel y pluma y escriba. Si no tiene una hoja a la mano, recuerde a Martín Adán y tome una servilleta. Este arrebato de inspiración lo convertirá en la encarnación pura del escritor ante los ojos sorprendidos y murmullos de los demás clientes. No importa si lo que está escribiendo carece de valor estético. Si, por el contrario, usted aborrece de la imagen del artista solitario, descarte el laconismo y los rincones. Busque unirse a un grupo literario y participe en tertulias; de ese modo, invertirá todo su tiempo hablando de literatura y olvidará por varias horas la desgastante e incierta tarea de escribir. Procure que la charla se prolongue hasta altas horas de la noche y acompáñela con abundante alcohol. Así tendrá totalmente garantizado el cansancio y para cuando llegue a casa solo querrá echarse a dormir. Durante la semana repita estas reuniones cuantas veces sea posible, pero tenga presente esto: no escriba. Le aseguro que el día menos pensado usted se habrá olvidado de sus ansias de convertirse en escritor, pero sabrá de literatura quizá más que cualquier erudito, y lo más importante: no habrá tenido que escribir una sola miserable línea (aunque si le queda algo de pudor, su consciencia, el peor juez, no cesará de increparle su pereza. Aquella sentencia de Kafka: “El escritor que no escribe es un monstruo que está desafiando la locura” rondará su mente una y otra vez, hasta desquiciarlo). Al cabo de un tiempo se preguntará sobre la utilidad y provecho de sus vastos conocimientos, y necesitará una respuesta. Cálmese: es muy probable que ni usted ni nadie lo sepan jamás. Eso sí, nunca olvide este principio: la imagen es lo que cuenta. Asegúrese, entonces, de fabricarse una antes de empezar a escribir (si es que aún lo desea, claro).
3. Abrace firmemente el dogma de que solo de literatura se nutre un escritor. Lea literatura y nada más que literatura. No permita influencia alguna de la radio, la televisión, el cine, la ciencia, la filosofía, la cultura popular (las costumbres, las creencias, los mitos y leyendas). Estos no tienen nada que ver con ella: la literatura es un reino puro e insular. Y ni se le ocurra establecer nexos con la música “no culta” (salsa, folclor, etc.) La cultura escrita es, sin duda, la mejor y más importante expresión de todas. Recuerde: la literatura se basta y se sobra a sí misma.
4. Descarte por completo cualquier clase de hábito. No lleve consigo una libreta. No observe; sea un caminante o un pasajero distraído. No tome notas; que el mundo le parezca la cosa más simple e insignificante. No investigue. No establezca tiempos (ni siquiera flexibles) para la lectura, el análisis de la técnica, para la escritura y la corrección de sus textos. En vez de ello, confíe ciegamente en su memoria. Tome un libro y déjelo por otro y este por otro y así sucesivamente. Este ejercicio le permitirá ostentarse de una extensa y variopinta cultura. Es verdad: su conocimiento será un tanto fragmentario; pero le brindará la ventaja de tener siempre dos docenas de frases bajo la manga, una para cada ocasión (frases, que, a modo de citas, deberá sacar a la palestra en el momento propicio: “Como decía Faulkner. Bien dijo Proust…”). Camine o viaje en bus o en tren con aburrimiento, con la mirada perdida. Escriba si y solo si tenga la infinita necesidad de hacerlo. No corrija jamás o hágalo sobre la marcha, a lo sumo. Puede tardar más de la cuenta y corre el riesgo de sentirse fracasado; además, la acción de corregir resulta fatigante. En ocasiones, tendrá que deshacerse de una frase bella, pero inservible. A veces, tendrá que eliminar párrafos o páginas enteras; otras veces todo un capítulo resultará prescindible y deberá desecharlo. En el peor de los casos, deberá desaparecer algún cuento o una novela (a menos que quiera reescribirla), y eso no es bueno para su salud emocional. Además, costó tanto escribirlo.
5. Haga de la literatura un aspecto más de su vida y postérgala siempre por asuntos de mayor envergadura como salir con los amigos a tomarse unas copas o descansar de la fatiga del trabajo cotidiano. Separe solo los días libres para escribir, si es que sobra tiempo, desde luego. Tenga como máxima las frases “mejor mañana” o “cuando tenga tiempo”. Al fin y al cabo, es falso eso de que “por la calle Después se llega a la plaza Nunca”.
6. Escriba únicamente cuando tenga el lenguaje y la forma exactos. Corre el peligro de paralizarse ante tanta enmendadura y, peor aún, corre el peligro de creer que usted es un ser absolutamente negado para la literatura. Deje esa manía absurda de ensayar una y otra vez los inicios, los puntos de vista, la intensidad y los finales. No se preocupe por el lenguaje, el tono, los diálogos, el personaje y su ambiente. Esta empresa le podría tomar meses, años quizá. Espere ser un escritor psicológicamente ya bastante hecho y recién comience a poner sus ideas por escrito, ¡antes jamás! Eso de que para dar en el clavo es necesario dar cien veces en la madera déjelo para quienes no tengan talento. Si, por el contrario, usted es un optimista (ególatra), recuerde que el tiempo es oro. Apresúrese en publicar. Mientras más joven, mejor. Sus futuros lectores verán su rostro imberbe o su año de nacimiento en la solapa del libro y, luego de una gran apertura oculobucal, una mueca de extrañamiento o un fruncimiento de ceño (o todo esto junto), de seguro lo admirarán doblemente, por joven y por artista.
7. Rechace tajantemente compartir sus textos, ni siquiera con las autoridades de la materia. No busque consejos. Las críticas pueden jugar en contra suya y hacerlo tambalear, haciendo que su verdad se le caiga de las manos y se estrelle contra el suelo, haciendo añicos su autoconfianza. Además, los otros nunca lo halagarán, ya que, ante el talento incomprendido, primará la envidia que le tienen por escribir mejor que ellos. No necesita la opinión de nada ni nadie externo a su propia conciencia.
8. Niéguese rotundamente a participar en los concursos o certámenes literarios. Corre el penoso riesgo de salir lastimado, por no haber sido siquiera galardonado con una modesta mención honrosa. El rechazo de los jurados, lejos de hacerlo más fuerte y contribuir con su crecimiento como artista, lo harán cada vez más inseguro, más vulnerable, y terminará abandonado su sueño más rápido que inmediatamente. Deje eso para los ansiosos de fama y reconocimiento o para quienes estén ávidos de dinero; eso a usted no le interesa. Lleve a sus más extremos límites aquella sentencia de Emily Dickinson de que publicar no es esencial en el destino de un escritor.
9. Descarte de plano los talleres literarios. Un escritor (o aprendiz) que se precie de tal tiene el deber de aprender solo, de ser un absoluto autodidacta. ¿Quién si no usted mismo para saber lo que quiere expresar, para intervenir en su propio proceso de formación? No vaya a ser que cuando sea exitoso aparezca uno de sus maestros a declarar públicamente que gracias a él y su taller es usted hoy el narrador que es. O, peor aún, que un viejo compañero aparezca y se adjudique el título de coautor de su primer libro, por haber corregido, en una de la sesiones algún taller, la frase “magistral” con que cerró ese apreciado cuento.
10. No se arriesgue por ningún motivo a tocar puertas de editoriales y evite toda publicidad o difusión de su manuscrito. Si uno es lo suficientemente bueno, no faltará quien, tarde o temprano, descubra su talento. Aguarde con paciencia a que el azar haga su trabajo. Al fin de cuentas, un escritor no es un mercader o un vendedor que va de puerta en puerta. Usted es un artista y se debe respeto.
11. Cumpla a pie juntillas los diez puntos antes señalados. Es bastante probable que usted no llegue jamás adonde se lo propone.

miércoles, 7 de abril de 2010

EL ARTE NO ES UN ESPEJO DE LA REALIDAD. A PROPÓSITO DE LA TETA ASUSTADA

Hay, por lo menos, tres formas de acercarse al conocimiento: la filosofía, la ciencia y el arte. Todas ellas tienen algo en común: el individuo que las ejerce no puede perder la capacidad de asombro ante las cosas del mundo (si lo hace, habrá de dedicarse, en adelante, a otra actividad). Otra característica que estas formas de conocimiento tienen en común es que aquella capacidad de asombro, que constituye el primer motor —el impulso a especular, a investigar o a crear (en la filosofía, en la ciencia y en el arte, respectivamente)—, es un fenómeno subjetivo, aunque, en el caso de la ciencia, solo sea el primer paso para luego abordar la realidad desde un punto de vista objetivo y sistemático (las ciencias tienen un objeto de estudio, un método, un rigor, una estructura). Así, un hombre puede elegir estudiar el impacto de las migraciones del campo a la ciudad en Lima en la década de 1950 o cómo es que opera la fuerza de gravedad en la Tierra, y el porqué de su elección siempre estará vinculado a intereses que escapan al pensamiento lógico, a una idea razonada, deliberada. En cuanto a la filosofía, es también, en materia de temas —y no en la elección de determinada postura (existencialismo, racionalismo, etc.) o en la adopción de las ideas de tal o cual pensador, la defensa o acercamiento a x o y ideología, que requieren, sí, de un ejercicio mucho más consciente y sesudo— un cierto ejercicio más subjetivo que racional, donde esta capacidad de asombro juega solo como primer peldaño.

Sin embargo, en el campo de las artes, es peligroso caer en verdades preestablecidas, en generalidades que simplifiquen la realidad. Un artista no pretende reflejar la realidad tal cual es. El microcosmos que plasma un artista puede tener puntos coincidentes con la realidad exterior, con el entorno; no obstante, este universo es una reconstrucción, un mundo que el artista recrea a partir de su propia visión del mundo, que es producto de los múltiples factores de su vida —personales y extrapersonales— que la influyen: el contexto social, la educación, la religión, sus miedos, sus pasiones, sus frustraciones; en suma, una amalgama entre su historia personal y la historia social que le ha tocado vivir, lo que deviene en un yo interno infinitamente complejo: el artista plasma ese yo en su obra. ¿Es, acaso, el David de Miguel Ángel fiel reflejo del rey David en su juventud? ¿Son las obras de Tolstoi, Dostoievski o Chejov una descripción histórica de la Rusia zarista? ¿Es Ladrón de bicicletas la historia exacta y minuciosa de la Italia de la Posguerra? ¿La lección de anatomía del doctor Tulp de Rembrandt una fotografía en óleo? Ni siquiera el arte figurativo —arte que, en contraposición al arte abstracto, representa las cosas a través de imágenes de forma «realista»— logra mostrar una imagen fiel, objetiva del escenario, ya que el proceso creativo, en sí mismo, es una confluencia de factores que dan como resultado un producto artístico: una poética individual, una particular visión de los hechos, única e irrepetible.

Toda esta reflexión gira en torno a la distinción entre ficción y realidad. Me parece necesario ponerla en discusión, pues no solo el lector común, sino algún periodista —quien resalta por su pensamiento intolerante, irreflexivo y trasnochado— y sendas personalidades de los medios han tildado a La teta asustada (The milk of sorrow) de "muy salvaje, casi africana", que muestra un Perú "atrasado", una imagen negativa del Perú hacia el mundo a fin de cuentas. Tomando nuevamente a la pintura como referente, propongo la siguiente analogía. Si tenemos frente a nosotros un atardecer bellísimo con el sol derramándose en el horizonte: ¿en qué se distinguen una fotografía y un cuadro de aquel mismo escenario? La una, la fotografía, retrata el paisaje tal cual; la otra, la pintura, es un símbolo de aquel mismo escenario, una representación —figurativa o no— del paisaje, impregnada de la perspectiva del creador. Nadie negará que entre realidad y ficción pueda haber entrecruzamientos; es más, muchas veces la ficción toma episodios de la realidad que maquilla y entremezcla con hechos puramente fantásticos. Por lo general, fantasía y realidad se retroalimentan; pero ello no equivale a que la ficción y el suceso concreto, real, obedezcan a la misma naturaleza. El cine es un arte, por tanto, es la expresión de la subjetividad del creador. La teta asustada es un filme, un objeto creado con fines artísticos, estéticos, y no un documental de Sociología Urbana. El arte no es un espejo de la realidad: es una bella ficción, una bella verdad mentirosa.

jueves, 4 de marzo de 2010

Semana de Lingüística: "Lengua y sociedad".

Del 12 al 16 de abril de 2010.


Programa


Lunes 12 de abril

19:00 hrs. Presentación.

19:20 hrs. La Nueva Gramática de la Lengua Española: una nueva gramática en varios sentidos.

Jorge Iván Pérez Silva (PUCP)


20:00 hrs. Errores más comunes en redacción.

Aída Mendoza Cuba (UNMSM)


Martes 13 de abril

19:00 hrs. La diversidad lingüística en el Perú: ¿una nueva política idiomática?

Emérita Escobar Zapata (UNMSM)


19:40 hrs. Panorama dialectal del quechua.

Isabel Gálvez Astorayme (UNMSM)


20:20 hrs. El uso de preposiciones en el castellano amazónico.

Pedro Falcón Ccenta (UNMSM)


Miércoles 14 de abril

19:00 hrs. La oración compuesta por subordinación sustantiva.

Jorge Esquivel Villafana (UNMSM)


19:40 hrs. La oración compuesta por subordinación adjetiva: teoría y práctica.

Manuel Conde Marcos (UNMSM)


Jueves 15 de abril

19:00 hrs. Enseñanza de la ortografía.

Esther Espinoza Reátegui (UNMSM)


19:40 hrs. Estrategias cognitivas para el uso de los signos de puntuación.

Miguel Inga Arias (UNMSM)


20:20 hrs. La radio está más cerca de la gente.

María Isabel Ginocchio Lainez Lozada (UNMSM)


Viernes 16 de abril

19:00 hrs. Estrategias sintácticas para afianzar la competencia discursiva de los estudiantes.

Desiderio Evangelista Huari (UNMSM)


19:40 hrs. Comprensión de lectura.

Sabino Pariona Casamayor (UNMSM)


20:20 hrs. Clausura.


Lugar: Unidad de Posgrado de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la UNMSM (Av. Salaverry 1114, Jesús María).

INFORMES E INSCRIPCIONES : Teléfonos: 409-8015 / 427-7987. Telefax: 428-2884.

Las inscripciones podrán hacerse ingresando a la página electrónica de la Academia Peruana de la Lengua www.academiaperuanadelalengua.org

El ingreso a la Semana de Lingüística es libre. La academia extenderá certificado de asistencia para quienes deseen recibirlo.

Costo del certificado: S/. 40.00 nuevos soles. Asistencia obligatoria a 4 de las 5 sesiones

El pago por el certificado deberá realizarse en el Banco de Crédito del Perú.

Cuenta corriente en soles: 194-1448763-0-68

viernes, 10 de abril de 2009

Presentación del libro Redacción general. Un enfoque pragmalingüístico de Raymundo Casas Navarro

Fecha: 16 de abril de 2009


Hora: 16:00 horas


Lugar: UNMSM. Auditorio de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas


Ingreso libre


Se invita a participar de la presentación del libro “Redacción general. Un enfoque pragmalingüístico”, escrito por Raymundo Casas y publicado por Megabyte. El libro aborda el proceso de la redacción con relación a la pragmática, los principios textuales, la retórica y la argumentación, sin dejar de lado los aspectos de la ortografía, gramática. El libro también ofrece un panorama de la redacción científica y administrativa.



Moderadora: Clarivel Valverde


Comentarios: Virginia Zavala


Comentarios: Marco Lovón


Comentarios: Sabino Pariona


Comentarios: Isaac Canales


Palabras

del autor : Raymundo Casas



Cierre



Raymundo Casas Navarro es profesor del Departamento de Lingüística de la UNMSM. Tiene a su cargo los cursos de Lingüística, Redacción y Expresión Oral; Teorías Lingüísticas e Introducción a la Lingüística Hispánica. Es autor de La doble negación en castellano: Aspectos sintácticos (2005). Y ha escrito una serie de artículos, entre ellos La inferencia en la comprensión lectora (2004), Semántica y pragmática de la ironía verbal (2004), En torno al concepto de diglosia (2003).

sábado, 22 de noviembre de 2008

Nuevas publicaciones del Centro Cultural José Pío Aza

Se comunica que el Fondo Editorial del Centro Cultural José Pío Aza ha editado dos nuevas publicaciones referidas al pueblo Ese Eja:


Autor: Misioneros Dominicos.

Estudio Introductorio y Notas: Rafael Alonso y Rossana Arbaiza

Título: Papachí Ese Eja. Misioneros Dominicos y Huarayos: Una historia interrumpida

Edición: Centro Cultural José Pío Aza. 2008. 740 páginas

Costo: S/. 40.00 (Pedidos desde fuera de Perú consultar costo y medios de pago)

Reseña: La presente publicación es una recolección de artículos, cartas y reflexiones escritos por los Misioneros Dominicos acerca de las etnias Huaraya (Ese Eja) e Iñapari, así como la actividad misionera realizada en su territorio del Bajo Madre de Dios durante el siglo XX. La relación entre Misioneros Dominicos y Huarayos se vive con especial intensidad en un período relativamente breve (menos de 30 años) pero de gran convulsión social, constituyendo la más apasionante de cuantas se hayan dado entre los misioneros y las diversas etnias amazónicas del sur-oriente peruano.

A inicios del siglo XX el P. Pío Aza busca contactar con la numerosa población huaraya del departamento, pero no le fue posible crear una misión en su propio territorio. Su idea será acogida por el P. José Álvarez, el que más y mejor les conoció y el más amado por los Huarayos, creando una estrecha amistad que se concreta en la fundación de la Misión del Lago Valencia en 1930.

La convivencia alcanza momentos de enorme intensidad y cariño mutuo, pero también de tragedia y martirio. Muerte y vida, sacrificio y entrega mutua, acogida y violencia son caras de una misma historia que de forma abrupta concluye en 1934, cuando dicha misión se cierra y es trasladada a la nueva misión de El Pilar.

Autor. P. José Álvarez, OP

Estudio Introductorio y Notas: Dra. María C. Chavarria

Título: Diccionario Español-Huarayo

Costo: S/. 30.00 (Pedidos desde fuera de Perú consultar costo y medios de pago)

Reseña: Fruto de sus años de intensa relación con el pueblo Ese Eja durante los años treinta, el P. José Álvarez llegó a dominar el idioma de esta etnia, y su conocimiento fue expresado en un amplio Vocabulario, que más allá de una simple traducción de términos, es expresión también de su conocimiento de las costumbres ese ejas y del medio ambiente que le rodea, conteniendo una amplia e importante información sobre la flora y fauna del bajo Madre de Dios.

La destacada lingüista y gran conocedora del pueblo Ese Eja, María C. Chavarría, presenta en esta edición un detallado estudio introductorio en el que se analiza la historia de los estudios lingüísticos sobre la lengua Ese Eja, así como las características más destacadas de esta lengua, excelente aporte que resalta aún más el esfuerzo realizado por un misionero que, sin ser lingüista, ofrece un aporte sumamente destacado en el conocimiento de las lenguas amazónicas.

Esta edición se constituye así en un destacado aporte lingüístico, de gran interés no solo para los especialistas sino también para el pueblo Ese Eja, empeñado hoy más que nunca en la preservación de uno de los elementos más destacados de su identidad cultural: su idioma.


Informes y pedidos:

Centro Cultural José Pío Aza

Jr. Callao, 562 – Lima 1

Teléfono: (51-1) 3310771

informes@selvasperu.org

www.selvasperu.org