domingo, 16 de noviembre de 2008

La dama del Queirolo


A sus 88 años, Marina Mandujano de Queirolo llega puntualmente a las 7 a.m. al cruce de Camaná con Quilca para abrir las puertas de su tradicional Bar Restaurante, del cual se encarga desde hace casi medio siglo.
Escribe: Alan Saavedra


La señora Marina Mandujano conoció el tradicional local del Centro en 1938, cuando se casó con Ernesto Queirolo. En ese entonces, Lima era muy diferente, y su cuñado Victorio Mosto –quien fundó la bodega en 1910 bajo el nombre de La Florida– aún dirigía el negocio. Dos años después, el manejo del local pasó a manos de otro de sus cuñados. Tras su muerte, el negocio terminó en las manos del menor del clan Queirolo, el esposo de Marina, quien lo rebautizó con el nombre de Bodega Queirolo, en 1958. Lamentablemente, él falleció ocho años después.


–Tras la muerte de su esposo, ¿usted se hizo cargo de todo el negocio?

–Sí. En esa época yo no sabía nada del negocio porque mi esposo pensaba que el hombre es de la calle y para el trabajo, mientras que la mujer se queda en el hogar. Yo venía a la bodega solo de visita, por eso cuando él falleció se me juntó la tierra con el cielo. Tuve que hacerme cargo porque mis hijos todavía eran menores de edad. Mi contador, mi abogado y mis empleados me ayudaron a seguir adelante. Poco a poco fui aprendiendo el movimiento del negocio. Antes yo qué iba a trabajar, y siendo esposa de italiano ¡menos!

–En ese entonces, ¿qué clase de problemas tuvo?

–Uy… muchas cosas. Nos paraban controlando el Ministerio de Hacienda, el municipio y la prefectura. Una vez, en 1988, por abrir en primero de mayo un policía se llevó mi licencia. Para que me la devuelva, tuve que comprarle un tapete para su escritorio y a otro, una botella de pisco. A veces, cuando me quedaba a cerrar, sufría para hacer que los clientes se vayan, y a los mareaditos que creían que ya habían pagado los llevábamos a la comisaría para que paguen. Por eso les digo a mis hijos que para ellos el negocio fue bien fácil.

–¿Cómo entran sus hijos al negocio?

–Por 20 años atendí la caja para vigilar y controlar las ventas porque no me gustaba estar despachando en el mostrador. Hasta que un día a fines de los ochenta dije que ya no quería trabajar y les di mis acciones a mis hijos. Yo solo iba los fines de semana para ayudar. Pero no pasaron ni dos meses y surgieron problemas, porque no se ponían de acuerdo para ir. Entonces les dije "olvídense, mejor yo voy a abrir la bodega".

–¿Y desde entonces usted suele abrir el Queirolo?

–Todos los días, religiosamente, vengo a las 7:30 a.m. y me quedo como hasta las 5 de la tarde. Cuando llego siempre me fijo qué producto nos falta, no me gusta que los estantes estén vacíos. En un negocio es muy importante que no falte la mercadería. Mucha gente me dice que ya no debería hacerlo, sino irme a descansar, pero yo aún me siento con fuerza. Ahora que vienen mis hijos hago muy poco. Mi hijo mayor (Ernesto) es el gerente y quien ve las cuentas pero desde la casa. Mi hijo, el gordito (Óscar), es el administrador. Mi hija (Dora) viene y también ve como yo. Al último (Danilo), lo puse de jefe de personal.

–¿Cómo era el negocio en ese entonces y cómo es ahora?

–Al inicio éramos una bodega. Vendíamos arroz, azúcar, frutas secas, queso, chocolates, etc. Todo importado. En esa época no había rejas y todas las puertas estaban abiertas. Siempre fue un restaurante en la esquina de afuera y un salón en el segundo pero era más bodega. Antes se vendía licor para llevar y solo se atendía a la gente que almorzaba. En la década del 80 todo cambio cuando aparecieron los supermercados como Monterrey, Tía y Scala. Hubo más competencia, la mercadería ya no salía y la gente ya no venía. Por eso tuvimos que convertirla en el Bar Restaurante que es ahora. No podemos quejarnos porque no tenemos pérdidas.

–¿Qué tipos de platos de comida y bebidas venden?

–La hora del almuerzo es de 12 a 6 y vendemos diferentes platos de comida peruana, como sancochado o tacu tacu. Cuando estaba mi cuñado a cargo se preparaban ravioles, lasaña, canelones y panzotes, que también hago en mi casa. Yo siempre traigo lasaña que preparo. Tiempo atrás yo preparaba dos o tres fuentes. En cuanto a bebidas, desde hace un par de años la gente se ha acostumbrado a tomar más vino. Antes lo que más salía era el whisky, era otra gente y podía pagarlo. Ahora muy rara vez.

–¿Ha variado mucho la clientela del Queirolo?

–Antiguamente venía mucha gente de la aristocracia limeña, porque vivían cerca de estas calles. También venía el general Odría, Chabuca Granda, Alan García de joven y muchos inversionistas. Después llegó la bohemia con los poetas y escritores. Acá se formó el grupo Hora Zero (Pimentel, Paredes, Burgos, Mora, Jáuregui) y el grupo Kloaka (Mary Soto, Domingo de Ramos, Roger Santiváñez). En ese entonces a las mujeres se les tenía prohibido el ingreso. A mediados del 90 eso cambió, y ahora las chicas entran sin necesidad de acompañante. Si bien muchos viejos conocidos vienen, la clientela ha cambiado mucho. Pero la atención sigue siendo igual para todos.

–¿Qué días hay más acogida?

–Los viernes y sábado. En septiembre y octubre baja un poco el negocio. Nosotros atendemos de lunes a sábado, pero al inicio esta bodega nunca se había cerrado, ni siquiera en feriado o en domingo. Hasta que un día mi hijo mayor dijo que no quería venir los domingos. Me chocó mucho y hasta lloré por ver que se cerraba. Mis hijos lo cierran a la una o dos de la mañana, y si no hay público se cierra más temprano.

–¿Tienen alguna relación con el Queirolo de Pueblo Libre?

–Cada uno tiene su negocio independiente, aunque nos tratamos como familia porque dicen que el apellido viene de una sola rama de allá en Italia (Cheirollo). Nosotros vendemos su vino.

–Después de 50 años en este negocio, ¿continuará viniendo?

–Este año he cumplido 88 y conservo mis energías. He perdido un poco la audición, pero mi vista está muy bien. Yo vivo con mi hijo mayor y con el menor, pero me valgo por mi misma. Soy muy independiente. Me levanto a las 5 de la mañana, hago mis cosas y salgo de Surquillo hacia aquí, ¡paro más acá que en mi casa! Cuando no vengo extraño mucho y a veces me da mucha melancolía, porque acá está el trabajo de mis cuñados y el de mi esposo. Sin embargo, hay días en los que no quisiera venir y se lo cuento a mis clientes. Ellos me dicen: "Señora, si usted es el alma del Queirolo, ¿cómo no va a venir?".

3 comentarios:

Q dijo...

jaja que curioso encontrar mi entrevista. Suerte con el blog.

Claudita dijo...

Desde EE UU, es un placer y un honor volver a ver a 'La dama del Quierolo" o "Mamá Marina" como yo la conocia, una mujer muy querida por mi familia. Ultima vez que fui a Peru, no pude evitar ir al Centro y parar para comer y por supuesto saludarla. Lo mismo mi hermano que vive en EE UU y mi hermana que vive en España.
Te queremos y recordamos muchisimo "Mama Marina"
Claudita Egúsquiza.

pochita dijo...

Recordada tia Marina,hermosos comentarios que no puedo dejar de apreciar,merecido homenaje ala familiaQueirolo de Chorrillos,y tambien siento alegria de haberlos reunido el dia 17 de Mayo del año 2008 a mas de 103 familiares todos los descendientes de la familia Queirolo.Mi esposo el Dr.Jose zegarra Prieto y quie les escribe Luz Angelica Queirolo -Fernandez,los recepciomamos con todo cariño,en nuestra casa de la playa EL silencio,dia inolvidable.