jueves, 26 de enero de 2012

Lima en busca de un autor

Un homenaje de mi parte, algo tardío, a nuestra ciudad por sus 477° aniversario.


La Tres Veces Coronada Villa, la Ciudad de los Reyes, la Villa Jardín, la horrible, la dorada, la gris, de cielo panza de burro, virreinal, colonial, gótica, barroca, rococó, híbrida, ecléctica, caótica, asimétrica, española, indígena, mozárabe, latinoamericana, suburbana, residencial. 1535, damero de Pizarro; 1950, refundada, viviendo en los extramuros, en antiguas haciendas, en arenales, en las faldas de los cerros, junto al cielo, in crescendo, pateándole los planos a Diego de Agüero y demás urbanistas. Cuadrada, redonda, polimorfa, centrífuga, centrípeta, desbordante, misérrima, adinerada, de arrabales, de balcones, conurbana, aristocrática, plebeya, desafiante, insurrecta, libre e independiente por la voluntad general de los pueblos, autogestionaria, emergente, hermosa, prostibularia, travestida, marginal, sencilla, suntuosa, emprendedora, idealista, materialista, pituca, popular, liberal, conservadora, inquieta, nocturna, diurna, vespertina, exagerada, laica, pragmática, ilustrada, de buenas maneras, políticamente incorrecta, religiosa, pacata, hereje, fervorosa, festiva, carnavalesca, dionisiaca, hedonista, rabiosa, romántica, hispánica, andina, amazónica, multifacial, cerril, edificial, de doble moral, de fácil risa al anverso y raje al reverso, de protestas y manifestaciones callejeras, marchas y contramarchas, oficialmente monolingüe, soterradamente multilingüe, anacrónica, moderna, pujante, consumista, sobrepoblada, tugurizada, de barrio, clasemediera, de clase alta, de ciudadanos socialmente ricos y económicamente pobres, socialmente pobres y económicamente ricos, acomplejada, discriminatoria hacia arriba, discriminatoria hacia abajo, chola, chola china, cholita blanca, negra, zamba, sacalagua, mulata, pelirroja, gringa, gringa con su plata, china, chola china, india, zamba, y el que no tiene de inga tiene de mandinga, peruanita bonita, terroncito de azúcar, grano fino de sal, la china más buenamoza del callejón, de garbo al caminar, derramando lisura, ojos negros, piel canela, de cuerpos entallados en shorts diminutos, pantalones tubo o leggins o pantaloneta (la tela elástica, ceñida al cuerpo quebrado, moldeando la figura: las caderas rebosantes, amplias, achatadas en los polos, arqueadas en el ecuador; muslos bombeados, carnosos; nalgas pulposas, esferoidales, y el pubis, un ligero brotar que asoma joven, firme, disimulado, sobresaltado, triangularmente definido, apenas oculto por un jirón de tela de camiseta que ellas se esfuerzan en estirar en vano), bañada en perfume, chicle en boca reventado con la punta de la lengua contra los dientes (sonoro chasquido), vincha en cabeza, grandes argollas, dos mechones lacioscuros sobre la frente o deflecado color noche o cola de caballo o melena suelta y lisa y abundante y recogida sobre un solo hombro, mirada altiva de bella cíclope de cejas depiladas, suspendidas en arco (media mirada, por el flequillo que se derrama lacio y oblicuo), ojos que le bailan en la cara. Ciudad de muchachos bravos, de pelo en pecho, cresta en cabeza, arete de punto, pícaros, trabajadores, hábiles para los números, paradores, jarras, trompeadores (y no va a serrr), picaflores, guapos al caminar, chacoteros, boquita de caramelo, arranca, causa, saca la guaracha, quien pierde me la chupa, calle, pero elegante.

Monstruo de 8 millones de cabezas, 16 millones de ojos: ojos negros, verdes, azules, marrones, pardos, acaramelados, rasgados, grandes, cansados, encapotados, trasnochadores, femeninamente coquetos, masculinamente lascivos detrás de un par de piernas coquetas, de un par de nalgas curvadas, sin pegar la pestaña, de sol a sol. 8 millones de historias: mi abuelo de invasión y esteras, mi padre primer piso de material noble, yo con dos pisos ya y otro en construcción. De vivienda comunal, unidad vecinal, conjunto habitacional, condominio, zona residencial. En los 50 invasión, en los 60 barriada, en los 70, 80, 90 asentamiento humano, cooperativa comunal, asociación de propietarios (primera, tercera, quinta etapa; segunda, cuarta, sexta zona, manzana M, Lote 10), 2000 en adelante nuevo milenio y pampón o campo de cultivo devenido en supermercado o urbanización.

Abuelo agricultor, pequeño ganadero; padre comerciante, vendedor mayorista, microempresario; hijo profesional (carrera técnica o universitaria): administrador de empresas, arqueólogo, perito en negocios internacionales, literato, médico, contador, abogado (copete erecto, hirsuto; gafas semiaéreas, portafolio, terno y corbata), experto en redes o ensamblaje y reparación computadoras, en enfermería técnica, farmacia, fisioterapia, prótesis dental, corte y confección, en diseño 3D-gráfico-publicitario, secretariado ejecutivo, gastronomía, economía, bartender, ingeniería de sistemas o cosmetología.

Ciudad de urbanizaciones erigidas sobre chacras, fundos, antiguos campos de cultivo, en viejas zonas industriales, en arenales, en ruinas prehispánicas. El Cono Norte se dispara con la potencia de una flecha: boom de malls, centros comerciales donde antes hubo terrenos desiertos, fábricas, entidades públicas, terminales de buses interprovinciales. Cines de estreno, añejos, de barrio tipo Art Decó, tipo buque, neocolonial transmutados en cines triple x, en iglesias evangélicas, pentecostales (“Los sabios de Sión”), testigos de Jehová. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días con sus templos ubicuos, milimétricamente idénticos apoderándose de toda una manzana. Fiesta Patrias y el “Play Land Park” con sus juegos mecánicos tomando el IPD. De Mamacha Candelaria y Señor de los Milagros, de fiesta hasta por quítame estas pajas, yunsa, pollada y cubanada y evento profondos con el toldo de fiesta cerrando la cuadra.

Lima de avenida Arequipa poblada de casonas, embajadas e institutos tecnológicos. Circuito Mágico del Agua, otrora Parque de la Reserva. De Barrio Chino, calle Capón, un pedacito de China y la India con su aroma a incienso, pop y ropa hindú, novelas coreanas, elefantes, Budas, Krishnas, Shivas, sables japoneses y gatos de la suerte y películas indias trágico-musicales. Barrios Altos, el Mercado Central y Mesa Redonda (menaje, cubiertos, golosinas, mascotas, regalos, electrodomésticos, juegos de video, maquillaje, útiles escolares, juguetes, pelotas, plásticos, piñatería y disfraces, discos de música, chucherías, relojes, mochilas, maletines, películas). Paruro, sus tiendas de artículos y repuestos de equipos electrónicos, Malvinas, Polvos Azules: discos de música, DVD: cine estreno, cine clásico, cine mudo, erótico, pornográfico, alternativo, independiente, gore, hindú, nacional), Apolo, El Porvenir y su mundialito, la populosa unidad vecinal Matute, La Parada, mercado mayorista de verduras, legumbres y abarrotes por doquier, una ensalada invadiendo pistas y veredas, aroma verde, filudo, puntilloso a culantro, a albahaca, a hierba fresca, a tierra, a tubérculo. Gamarra, emporio textil, moda que seduce, Unicachi, Manco Cápac, su plaza y el inca de dedo acusador, sus cuadras de peluquerías baratas (S/ 2.50 el corte, guapo), de encarnaciones de Manos Voladoras buscando entre los transeúntes (con ojos inquietos, ansiosos, comiéndose las uñas) cabezas que retocar, cabellos que tijeretear. El centro histórico, un pedazo de Europa, el Perú en miniatura: jirones con nombres de ciudades del interior (Angaraes, Huancayo, Cotabambas, Tarma, Contumaza, Ica, Cailloma, Cañete, Chota, Cuzco, Zepita, Apurímac, Huallaga) conservando sus antiguos nombres (De Huevo, De los Judíos, De la Acequia Alta, De Calonge, De las Tres Mariquitas), impresión de recorrer el país en pocas horas, viajando de un punto a otro del mapa-perfil-de-caballo en cuestión de minutos, trasladándose de una provincia a otra atravesando apenas la calle, evitando un charco de urea. El centro de Lima y sus plazuelas cuadradas, capillas, monumentos, casonas neocoloniales, balcones mozárabes, cornisas, campanarios, frontispicios, iglesias (San Pedro que suena a nostalgia, a tañer de campanas), miradores, portones de madera (de gran altura, enchapados, ataviados con cabezas de leones, de aldabas en forma de aros, de garras de bestias: de leones, de águilas, de esfinges, de grifos), goznes chirriantes, celosías, zaguanes, ventanales, rejas de fierro forjado, herméticos conventos, escudos repujados, fachadas barrocas, quintas republicanas devenidas en imprentas (tarjetas de invitación, afiches para conciertos folclóricos, calendarios), solares de doble fondo, callejones para vivienda, para comercio, casas de altos y techos elevados, escaleras de madera inclinadas, vencidas por el uso, y pisos que crujen, tablones que chillan bajo los zapatos, cafeterías que huelen a lonche, a queso cajamarquino, a leche, a café recién pasado, a concho terroso al fondo de la taza (aún humeante), a colorete tatuado en el borde (de los labios de alguna secretaria que bebió aprisa); bodegas italianas (olor a pan con pejerrey, a jamón del norte, del país, a butifarra, a ají, a corte fresco de cebolla), la antigua pastelería “Huérfanos” con aroma a hojaldre, a bocaditos, a pan horneado a media tarde, a pastas, a viandas criollas (compás de cubiertos y platos que se posan sobre el vidrio de la mesa, que se entrechocan en febril movimiento); bares antiguos (manteles a cuadros, viejos mostradores, viejos mozos de delantal almidonado, aparadores añejos de madera decorados con botellas de alcohol), discotecas, los pubs oscurísimos de jirón Puno (atmósfera cargada de cerveza, capas de humo de cigarro), fondas, hostales baratos, tabernas, oficinas privadas, bufetes y consultorios médicos (Dr. Eleudoro Rodríguez Quispe, oftalmólogo colegiado), entidades gubernamentales, del Municipio, galerías de arte, playas de estacionamiento (S/. 2.50 hora o fracción; baño S/. 0.50), fuentes de soda, museos, centros culturales, librerías (modernas, de viejo), bancos, financieras, centros de convenciones y bancos de antaño convertidos en supermercados, tiendas por departamento, bodegas, lustrabotas, vetustas redacciones, mendigos, edificios antiguos (Angloamericano, Monte Blanco, San Gervasio), abandonados, en venta, en alquiler, en juicio, puestos de periódico en cada esquina con gente detenida (emoliente y pan en mano), absorta en los titulares que recorren velozmente, sin demasiado interés, cumpliendo el ritual preestablecido de que el pueblo debe estar “informado”. Palacio de Gobierno, el antiguo Correo, Plaza de Armas y su pileta con el ángel clavando la diana en el cielo, el cerro San Cristóbal y su cruz metálica, católico-apostólico-romana, alameda Chabuca Granda: dulces y platos criollos; una rosa para la más hermosa, la dueña de tu corazón, para tu enamorada, joven, la futura madre de tus hijos; de cómicos ambulantes arrancando palmas chacoteras, carcajadas del fondo del estómago; parejas, flor en mano, amándose, sobándose apostadas contra el malecón a orillas del río Rímac, hablador, raquítico, hediondo, caudaloso, seco (Chillón y Lurín ni qué decir). Y atravesando el puente de piedra, el jirón Trujillo, el Rímac, antes viejo barrio de San Lázaro (de clérigos, de esclavos, de indígenas y leprosos), de Abajo el Puente, la plaza de toros de Acho, Alameda de los Descalzos, Paseo de Aguas (despilfarro, licencia romántica de un virrey encandilado por una perra chola actriz de comedias, construida para bajarle la luna llena y reflejarla contra la fuente), conventos e iglesias coloniales. Plaza San Martín (sus arcos de en frente; sus lustrabotas, los bares De Grot y Zela; el café San Martín y su turrón de doña Pepa, su café con leche, sus sándwichs mixtos calientes), ágora de los más encendidos y espontáneos debates políticos, filosóficos, ideológicos, religiosos. Plaza Italia y su ranfañote, Colmena y los cabarets a sol la barra y los sicalípticos cines Colmena (1 y 2) y París, de funciones continuadas con aroma a noche diurna, a lujuria, a goce, a oscuridad perpetua, a lejía y humedad. Quilca (el «Averno» bastión de la contracultura), Camaná y Amazonas con torres de libros hermosamente desordenados (miscelánea de literatura, ciencia, filosofía, política, religión, autoayuda, administración, carpintería casera, punto cruz, entretenimiento) a la espera de algún autodidacta con lentes poto-de-botella, de un estudiante que buceará horas en busca de unos cuantos ejemplares por unas pocas monedas (libros que ojeará irrefrenablemente y con avidez, como niño con juguete nuevo, en el viaje de regreso a casa, apretujado en un asiento de bus demasiado estrecho, jubiloso por haber encontrado tesoro de edición limitada que solo él posee, extasiado, orgulloso por saber que engrosarán su modesta biblioteca y habrán de balancearla, de acompañarla, de dignificarla con lomos reales en vez de los burdos espirales de sus libros fotocopiados), a la espera de un chico con cara de sabio que nadará en un mar de hojas color zepia, compra a la que acudirá sin ningún título en mente, reacio por naturaleza a toda elección a priori, a toda brújula, a cualquier plan rígido, a rutas previamente establecidas. Discos de vinilo, textos escolares, historietas (Calimán; Fantomas, la amenaza elegante; Sussy, secretos del corazón), compra y venta de monedas y billetes antiguos, revistas, diarios de los 50, 60, 70; números sueltos de enciclopedias pasadas que un diario local publicó meses atrás, fotografías en blanco y negro, juguetes de segunda mano, documentales, biografías, colgados de anaqueles que rascan los techos (A Fondo, con las primeras figuras de las Letras, las Artes y las Ciencias), un ejemplar de Méthode de Réduction de Testes des Sauvages d’Amérique selon l’a veue Messire de Champignole Serviteur du Roy (cuerpo marrón, tapa dura, letras semiborrosas, de un oro opaco), un Manifiesto comunista sobre una edición facsimilar del Quijote (tipografía Ibarra Real, en hermoso castellano del S. XVII), un Dickens, en inglés e ilustrado aplastando la punta de la carátula de Cien obras maestras de la pintura, una Rayuela de tapa blanda (Editorial Sudamericana), el malditismo de un Rimbaud, un Baudelaire y los Paraísos artificiales, antirrealista, puro, de torre de marfil desafiantemente encaramado sobre el materialismo de Mariátegui y los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, un Monterroso y su narrativa breve, su economía del lenguaje sobre lo abstruso y enrevesado de La cuadruple raíz del principio de razón suficiente imponiendo su peso sobre las obras completas de Aristóteles o el estructuralismo de Levi-Strauss, un Marsé y Si te dicen que caí derramando poesía sobre el anonimato de una edición popular de Memorias de una pulga, una biografía de Colón, una revista cultural española tapando una ruma de novelillas pornográficas, un pasquín clandestino o un libro de problemas de geometría plana o del espacio, una Enciclopedia de ciencias ocultas o Paisajes del Perú y América, un tratado de retórica, de gramática transformacional, o un recetario de cocina tailandesa. Y al final de la jornada, la alergia y el estornudo y la uñas y las yemas de los dedos con picazón, las huellas digitales claritas, negras de polvo, de libros de segunda, de tercera, de enésima mano oliendo a años, a guardado, a humedad, a página sucia, amarillas de meses, con dedicatorias a algún amigo o pariente («A mi hermano y amigo, el dilecto poeta Eleodoro Vargas Vicuña. Con el respeto y admiración por la resistencia y la lucha de un poeta en estos tiempos oscuros para nuestra América Latina»), hojas garabateadas, subrayadas con líneas distintivas (unas rojas, otras azules) con comentarios en los márgenes en clara actitud dialógica, crítica, impresionista: en debate frontal con el autor, en diametral desacuerdo, en total acuerdo (a juzgar por los signos de exclamación). Y a los lejos Aznavour susurrando la Boheme como música de fondo o Lucho Barrios y Es mi niña bonita con tu carita de rosa; es mis niña bonita cada día más preciosa... Las arterias del centro histórico: Abancay, Wilson-Tacna, Alfonso Ugarte, tres grandes tajos palpitando sobre el rostro más bello. Abancay y el Parque Universitario, antes cómico y delincuencial, el centro comercial “El Hueco”, cuasisubterráneo, hondo, fraudulento, clavado en las fauces de la tierra con sus copias de discos de música, de cine, medicamentos (muchos vencidos), ropa, útiles de escritorio, calzado; Abancay y sus cuadras de venta de oro, cochinilla, sellos, suelas, pasadores, placas conmemorativas, rosarios, recuerdos, tarjetas por un ciento, medio ciento (de fiesta, de presentación, de bautizo, de primera comunión, de sepelio, de misa de mes), de agencias interprovinciales, duchas y baños alquilados al paso; Abancay de Congreso de la República, Biblioteca Nacional, CONACO (Confederación Nacional de Comerciantes). Wilson-Tacna (dos nombres, una misma avenida). Wilson, de noche travestida en sus esquinas (con calle Dávalos), de día abarrotada de alumnos de academias, institutos, de clientes, de transeúntes apurados, invadiendo las cuadras de galerías de informática, cibernética en busca de copias de programas de computadora, juegos virtuales, compupartes, PC, laptops, accesorios; diseños de volantes, logos, trípticos, afiches, ploteos, banners, gigantografías. Y en Colmena esa gran serpiente de asfalto quiebra ligeramente el cuerpo y aparece Tacna, dueña de antiguos edificios fantasma, modernos y lujosos en los 50, ahora escasamente iluminados, medianamente habitados, silenciosos, de pisos enteros en alquiler, de centros de conciliación, tratamiento para varices, oficinas privadas, subgerencias del municipio, tiendas naturistas, cursos rápidos para fabricar desinfectantes o jabones; de cines en los 50 resplandecientes, ahora muertos, de iglesia de Las Nazarenas y turrón de doña Pepa; de últimas cuadras repartidas entre Dios y el diablo: los seis carriles de la avenida dividiendo el bien del mal: religión contra magia negra, santos cirios contra lectura de cartas, imágenes católicas y palo santo contra amarres y hechicería; Alfonso Ugarte, de Guadalupe, Hipermercados Metro, el APRA y la Casa del Pueblo; de libreros ambulantes con textos amontonados sobre un plástico estirado sobre la vereda como un biblioteca celeste: Adónde va la ciencia, Peruanicemos al Perú, números sueltos de la enciclopedia de Historia Universal de la revista “Gente”, ¿Qué es la Guerra Fría?, Los enigmas de las pirámides, Del ayllu al cooperativismo socialista, Tratado de Derecho aeronáutico, más arriba la Plaza Dos de Mayo y edificios aledaños, afrancesados, imagen y semejanza de las construcciones de París, pero con CGTP, SUTEP, ropa secándose en los ventanales, tiendas plagadas de instrumentos, escuelas de música, canto y arpa, Plaza Unión, zapatos por montón, Plaza Bolognesi y el Paseo Colón flanqueado de institutos técnicos, otrora caserones, mansiones, villas republicanas: alta costura, cosmetología, computación e informática, escuela de manejo, oratoria y liderazgo, academias militarizadas, preuniversitarias, colegios no escolarizados (primaria y secundaria en corto tiempo) y partidos políticos, sindicatos, Unión Nacional de Ciegos, Asociación de Trabajadores Civiles de la Policía Nacional. Museo de Arte, Parque de la Exposición. Emancipación, chifas, caldo de gallina, casinos, máquinas de coser, electrodomésticos, boutiques, implementos de medicina, estomatología, camas clínicas, camillas, sillas de ruedas, muletas, uniformes de médico, de enfermera, la antigua farmacia Universal. Jirón Huancavelica, la meca de los anteojos. Avenida Grau, propiedades en litigio, galerías de ropa, zapatillas, clínicas: densitometría ósea, videoendoscopía, mamografía, resonancia magnética, tomografía en 24 horas (espiral, multicorte), rayos x, cámara hiperbárica, ecografías 3D, doopler, análisis (resultados de inmediato), hospital Dos de Mayo, tétrico sobre el cielo plomizo.

Jirón de la Unión, ayer aristocrático, de mercaderes, de espaderos, de escribanos, de paseos elegantes de domingo, de “Palace Concert” (de tertulias al ritmo del coro de damas vienesas), de Casa Courret (Fotografía Central. E. Courret y Cía. A. Dubreuil: fachada Art Nouveau, bellos balcones biomorfos), de teatros, confiterías y Botica Francesa; hoy tumultuoso, jamás vacío, repleto de tiendas de ropa, zapaterías, sangucherías, multicines a precios módicos, cambistas, salones de juegos, restaurantes, turistas, estudiantes, pollerías, orates, empleados, cabinas de Internet, ambulantes, predicadores, familias enteras (bebés en coche), escaparates, centros comerciales, cuadras trajinadas de noche y de día, baldosas mil veces pisadas, de piercing y tatuajes, helado D’onofrio, Manual del pendejo, empanada y pizza con gaseosa o café a S/. 2.50. Y al otro lado de la ciudad su antípoda, la avenida Conquistadores: sanisidrina, sofisticada, fantasmagórica, intraginada, de boutiques pomposas, casi anónimas, de marcas exclusivas, de precios por los aires.

Universitaria, larga, infinita, reino de los hoteles: cinco estrellas, tres estrellas, dos estrellas, una estrella, sin estrellas; club provincial, centro social, salón de recepciones, sociedad de amigos de mi pueblo, casas con segundo-piso-azotea, bermas centrales mitad-tierra-mitad-pasto, farmacias, boticas, ropa en los cordeles, ladrillos apilados en las azoteas aguardando convertirse en segundo piso, basura, nubes de moscas, perros famélicos, zapatillas enmarañadas colgando de los cables, cerros habitados, torres de alta tensión, Antúnez de Mayolo, San Germán, San Diego, Angélica Gamarra, centro de conciliación, lavandería-tintorería, conversión a GLP, taebo, karate, cirugía plástica, cosmética dental, brackets, estética unisex, orquesta Candela, Grupo Guinda, local El Pijuayo, Día de la Madre, Huaralino chicas no pagan, Larco y es viernes sangriento, Colonial, industrial, de fábricas, Tomás Valle, gimnasio, aerobics (S/. 2.00 la hora). Panamericana Norte, Panamericana Sur, Carretera Central: sus afiches y banderolas multicolores, fosforescentes de conciertos de cumbia y folclore, Fiori y sus buses interprovinciales, Huaylas, Puente Camote, Ovalo Santa Anita, sin forma de óvalo, Huayrona, paradero Tagore, Mariátegui, Zárate, Canto Grande, Canto Rey, Ceres, Mangomarca, Próceres de la Independencia con Metro y fiebre de jueves por la noche con los cuerpos jóvenes dancers (cortes modernos, pantalones pitillo, poleras, zapatillas de talón alto) transformando una berma central, una pérgola, una vereda, un parque en pista de baile, en batallas uno a uno, entre equipos, desafiando la física, la autoridad, el miedo, la burla, la calle, contorneantes, flexibles, cimbreantes (brazos cual tentáculos, pequeños saltos, pies casi inmóviles), al ritmo de electrodance, Riva Agüero, cerro San Cosme, El Pino, cual torres luminosas, Hospital Bravo Chico, Puente Nuevo, Alameda Pedro Huilca, Túpac Amaru, Pachacútec, Retablo, cerro La Balanza, Pro, Comas, La Pascana, Collique, Tablada de Lurín, 200 millas, Barracones, Pachacámac, Parque Industrial de Villa El Salvador, Ciudad de Gosen, Villa María del Triunfo, Ciudadela Pachacútec (muebles, casas prefabricadas), Cárcamo, Argentina, México, Nicolás Ayllón con sus fábricas, carnicerías, frigoríficos, camales, automotrices, venta de cocinas, de camiones y volquetes, maquinarias industriales, estructuras metálicas, bidones, herrerías, cerrajerías, soldaduras (chispas de fuego bifurcándose, expandiéndose como una fuente, chorreándose, rebotando contra el suelo y desapareciendo, haciéndose aire, nada), bujías, retenes, frenos, palieres, aros, suspensión, dirección, fajas industriales, servicio de ruteado, cateado, bisagrado, corte, optimización; San Jacinto y sus carros desmantelados y calles con nombres de autopartes; aserraderos, depósitos de madera compro libros, papel, cartón al peso, pilas, cobre, acero, antimonio, todo tipo de metal, clínica de bicicletas (esqueletos amontonados, oxidados de olvido pendiendo de un fierro cenizo), fabricación de rejas, portones, escaleras caracol, palas, picos, carretillas; Yerbateros, económico, de empresas de transporte interprovincial, Mercado Mayorista de Frutas, Arriola, Arica (materiales de construcción: cemento, PVC, barras de hierro, arena), Aguarico (radiadores ARNAO), Venezuela (se venden cajas de cartón), parque zonal Huiracocha, Sinchi Roca, Wirocha, Lloque Yupanqui y los 14 incas, Club de Tiro, Hatunwasi, la Cajita Musical, Playa Central: chicha, salsa, cumbia, huayno, Centella, Pascualillo, La Nueva Estrella, Los Nenes de la Cumbia, Los Ases de Huaycachi, el Chinito del Ande, Chacal, Chacalín y la Nueva Imagen, Chacalón Junior, N’samble, La Novel, Frescia Linda, Bamboleo, Sósimo Sacramento, Los Jinetes del Amor, Mangú, Corazón Serrano, Roy y los Gentiles, Rosita de Espinar, Tony Rosado.

Capital gastronómica de Sudamérica: chifa ficho de Capón con todo y escalera eléctrica, chifa de barrio, chifa al paso, pollo a brasa, a la leña, al carbón, al cilindro, higadito, papa rellena, papa con huevo, cachanga, anticuchos, choclo con queso, sin queso, menudos huevos de codorniz, chicharrón, yuquita dulce, salada, turrón de carretilla, emoliente, quinua, maca, avena, soya (cure sus enfermedades), pan con torreja, camote, huevo, salvando al estudiante, al obrero, al cambista, a la secretaria, al personal administrativo, al barrendero, al datero, al chofer, al policía de una mañana sin nada en el estómago. Los Botes, Calle 8 en el vértice de Washington con Bolivia, Honey, Holiday, Retablo, pero también Gótica, Aura, y el verano arranca en Asia o Agua Dulce con ceviche, chicha, cerveza y ollas de arroz con pollo y huancaína envueltas en secadores, periódicos ya leídos, en crucigramas, en notas deportivas, en fotos de veddetes o chicas de portada.

Ciudad de grandes unidades escolares de varones, de mujeres, mixtas, José Granda, te enseñamos todas las áreas del conocimiento, Fe y Alegría, colegio parroquial, particular, institución educativa Tales de Mileto con nivel preuniversitario, de colegio privado-religioso A-1, plagada de universidades: San Marcos, Villarreal, UNI, Cantuta (rodeadas de comercios, servicios de tipeo, fotocopiado, espiralado, anillado, empastado, elaboración de tesis y monografías); tomas, manifestaciones, “somos estudiantes; no somos delincuentes”, “somos estudiantes, somos el Perú”), Bellas Artes, Bausate y Meza, la de Lima, Richi, Pacífico, Esan, San Martín, UTP, Alas Peruanas, Telesup, Tecsup, César Vallejo, Universidad de Ciencias y Humanidades.

Ciudad de comercio ambulatorio, de cruceristas, titiriteros callejeros dándole vida a sus marionetas danzantes, al compás de rock, de huayno, de pop disparados al viento por un reproductor portátil acoplado a unos parlantes; grupos de acróbatas girando por los cielos, retando la gravedad, rasgando el aire con sus extremidades (las piernas cual copas rotas, cual cuchillas, cual picos de botella), usando el cráneo como eje, rotando en el asfalto como un zumbayllu; malabaristas en las líneas peatonales luchando contra el tiempo y el espacio reducido, contra los segundos del semáforo en rojo, montados en monociclos, jugando con aros, varas con fuego, balones de fútbol, con clavas o bolas de cristal que nunca caen de sus palmas, de sus dedos, de sus nucas, de sus hombros, de sus brazos, de sus antebrazos. Urbe de tráfico infernal, venta informal, comedor popular, vaso de leche, sindicato único de trabajadores, anuncios de escarchado, curandero norteño, amarres al instante, mariachis, atraso menstrual, de Azángaro y documentos falsos, de piratería, combi, coaster, micro y papeleta, mototaxi, triciclo, fierro, catre, botella, colectivo a 100 km/h, 2-1-2, Etursa va planchado, la Rata va con 6, súbelo, bájalo, ¿ala, vas?, rompemuelle bajan, esquina izquierda bajan, pie de derecho, señores pasajeros, con el debido respeto que cada uno de ustedes se merece he venido a ofrecerles este producto golosinario, apóyenme, no me ignoren, mucho menos me dean las espaldas, levántenme la moral, ignora al ratero, al vago o al ocioso, de todo por un sol, aproveche la promoción, y por si fuera poco, sudando la gota gorda. Tu envidia es mi progreso; desde las alturas bajé para hacerte sufrir; esfuerzo es éxito; si manejo mal, avísame… para mandarte a la conchetumare.

He aquí la Ciudad de los Reyes, la mía, la vuestra, la nuestra. He aquí la voz del hijo, la voz del padre, la voz del abuelo, la voz de quien quieras, la voz de cualquiera. Sí, maestro Arguedas, oigo tu grito: ¡Glloria a Lima de todas las sangres!

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